domingo, 22 de agosto de 2010

Realidades cuánticas

¿Qué es la realidad? Nuestros patrones de comportamiento y nuestro condicionamiento como seres humanos nos hace pensar que la realidad es algo que está allí afuera esperando a que nosotros vayamos a ella para conocerla, para descubrirla, para investigarla. Damos por sentado lo que ven nuestros ojos, lo que escuchan nuestros oídos y lo que percibe nuestro tacto…Las cosas, las imágenes, los olores y sabores, el colorido del mundo que nos rodea nos parece tan real, tan único e imposible de ser percibido de otra manera…pero, ¿es esto así? Escudriñemos primero las hermosas imágenes llenas de color que llegan a nuestra mente. Jamás se nos ocurrió poner en duda que esta es la realidad, la que vemos con nuestros propios ojos. La ciencia ha descubierto la forma en la que vemos los colores, se trata de pequeñísimas células ubicadas en nuestras retinas llamadas conos. Estos conos, los hay para los tres colores primarios rojo, azul y verde, son los responsables de reaccionar ante la llegada de un fotón con la radiación correspondiente al color para el cual trabajan y envían la información a nuestra mente a través de una complicada red de proteínas que transmiten los impulsos eléctricos. Es nuestro cerebro el encargado de recibir todos estos distintos impulsos eléctricos y recrear la imagen, construirla literalmente en nuestra mente. Pues bien, la primera pregunta que nos podemos hacer es la siguiente: ¿esa hermosa playa que estamos observando desde nuestra silla en la arena es en realidad así o es la imagen que nuestra mente construye a partir de los distintos impulsos que le llegan lo que percibimos como real? Entonces ¿cuál es mas real? ¿la que existe independientemente de nosotros en el mundo exterior o la que construye mi mente en base a la información que le llega a través de su complicado sistema neurológico?

Uno de mis hermanos es daltónico, este fenómeno consiste en que hay alguna deficiencia en los conos ubicados en la retina de las personas con este problema y por ello confunden los colores, es mas, pueden no llegar a ver algunos colores como el rojo o el verde. Mi hermano pintaba árboles con troncos rojos en vez de marrones lo cual me divertía especialmente y muchas veces me detenía a pensar en ¿cómo se vería el mundo a través de los ojos de mi hermano?

Si nos alejamos de la especie humana y nos preguntamos como se ve el mundo a través de los ojos de nuestros queridos compañeros de toda la vida, los perros, nos sorprenderíamos al saber que la concentración de conos en sus retinas es especialmente pobre, favoreciendo en cambio a los también pequeños bastones que ayudan a una mejor visión nocturna y con luz de baja intensidad. O sea que la realidad que ven nuestros perros, si bien es la misma que vemos nosotros, es una realidad con colores apenas tenues y en general de tonalidades pastel, por lo que su representación de la misma realidad que ambos vemos es bastante distinta de la nuestra.

Sigamos alejándonos de “nuestra” realidad, y encontraremos otras mucho más distorsionadas o distintas, pensemos por ejemplo en las serpientes que tienen ojos con pupilas verticales y una visión bastante deficiente, estos animales perciben la realidad a través de un extraordinario sentido del gusto y del olfato, por lo cual “nuestra” realidad debe ser extremadamente distinta para estos reptiles. El murciélago, por ejemplo, percibe el mundo a través de ondas de ultrasonido que al rebotar en los objetos y volver hasta sus órganos sensoriales les permite hacerse una idea del mundo exterior. ¿Y que decir entonces de los delfines que perciben, al igual que las palomas, las líneas magnéticas de la Tierra y se guían por ellas, o de los camaleones que pueden desenfocar sus ojos y moverlos en forma independiente obteniendo una visión de 360º?
Con estos ejemplos queremos poner de manifiesto que la realidad en si no existe, lo que existe es la representación que cada uno de nosotros hacemos de ella, en principio utilizando nuestros órganos sensoriales. Pero más adelante veremos que es algo mucho más complicado que eso.

Interpretación cuántica de la realidad.

Como hemos escrito en otros artículos de este blog, la ciencia moderna ha ingresado cada vez mas profundamente en territorios extraños y complejos, que aún hoy en día los seres humanos comunes tildamos de magia o superstición.

En la actualidad los físicos avanzan a tientas desentrañando los secretos del universo basados en dos teorías principales:
  • La teoría de la relatividad, que estudia la interacción del espacio y el tiempo y construyó el universo sobre un entramado tetradimensional denominado espacio-tiempo, así como también la interacción gravitatoria, como una deformación de la geometría del especio-tiempo. Esta teoría se aplica básicamente a los objetos macroscópicos del universo conocido.
  • La mecánica cuántica, que trata de los sistemas atómicos y subatómicos y sus interacciones con la radiación electromagnética. Se basa en la observación de que todas las formas de energía se liberan en unidades discretas o “paquetes” llamados cuantos. Sorprendentemente la teoría cuántica solo permite normalmente cálculos probabilísticos o estadísticos de las características observadas de las partículas elementales, entendidos en términos de funciones de onda. Esta rama de la física es una de las principales y uno de los más grandes avances del siglo XX para el conocimiento humano. Su aplicación ha hecho posible el descubrimiento y el desarrollo de muchas tecnologías como por ejemplo los transistores que se utilizan en las computadoras.

 Uno de los pilares de esta teoría sería la llamada “ecuación de Schrödinger”, formulada por el físico austríaco Erwin Schrödinger en 1925, que predice que el comportamiento futuro de un sistema dinámico sería una ecuación de onda. Distintos científicos de renombre internacional que profundizaron en el estudio de la teoría cuántica, llegaron a la conclusión, apoyados por experimentos que probaban sus afirmaciones, de que a las partículas no se les podía aplicar los viejos métodos de medición de la física clásica, ya que si bien se podía predecir a través de la ecuación de Schrödinger la posición de una partícula, cuando un observador intentaba medir un sistema dinámico en estado puro, provocaba una dispersión y un caos absoluto en el propio sistema que influía notoriamente en su medición. También se comprobó que dos mediciones idénticas de un sistema en un estado determinado podían variar, hecho que se denominó principio de incertidumbre de Heisemberg en honor a su formulador en 1927.
La materia entonces se comportaría con una dualidad onda-partícula, ya que sería una onda que se extiende por el espacio con una velocidad definida y masa nula, y se convertiría en partícula que tiene masa y ocupa un lugar en el espacio exclusivamente cuando existe un observador que interfiere con ella. Y que en este caso su ubicación en el espacio estaría a su vez influida por el observador que efectúa la medición.

Está bien… se escuchan desde aquí los desaforados gritos de los lectores: BASTA YA!!!!

Sin dudas que es un mundo misterioso y mágico, un mundo de átomos, electrones, fotones y partículas sub-atómicas… y cualquier ser humano común y corriente se puede preguntar… ¿y todo esto en que me afecta?

Salgamos por un instante de este mundo confuso y atemorizante. Pensemos, eso sí, que esto que está pasando en ese increíble mundo subatómico se reproduce en los átomos que forman nuestras moléculas, que componen nuestras células, que forman nuestros órganos físicos incluido nuestro cerebro. También ocurre en todos aquellos objetos del mundo que denominamos material. Es decir, que según la física cuántica, la “materia” se manifestaría cuando nosotros tomamos contacto con ella y esta experiencia es imposible de predecir con anterioridad. O sea que el maravilloso mundo que nos rodea recién toma cuerpo y se hace “material” cuando nosotros influimos en él, la realidad entonces sería el resultado de la combinación de nuestra conciencia, a través de sus órganos sensores, y la energía en su estado puro. También se puede pensar que no existe un futuro asociado a nuestra experiencia con la realidad, sino que dado que nosotros influimos y vamos creando nuestra realidad en cada momento, existen infinitos mundos posibles que pueden ser creados por nuestra acción sobre la energía.

Patrones de pensamientos.

Ya hemos visto que la realidad no existe como algo exterior a nosotros sino que es un producto de nuestra conciencia que arma un modelo de esta realidad a través de las mediciones que capturan nuestros órganos sensoriales: vista, oído, olfato, gusto y tacto.

También nos informamos a través de los postulados de la física de partículas o física cuántica que la materia es producto de la interrelación de sistemas en los que el observador influye activamente en la creación de esta “realidad” que a su vez tiene infinitas formas de presentarse o lo que equivale a infinitos mundos posibles.

Vamos a incursionar ahora en los patrones mentales o de pensamiento. Estos consisten en asociaciones o patrones neuronales que se forman en nuestro cerebro y que ayudan a la conciencia a proyectar esta “realidad” que construye con la información que recogen los aparatos sensores de nuestro cuerpo.
Recordemos que nuestro cuerpo está formado por pequeñas partículas que intercambian energía en cuantos, pequeñas unidades de información y energía. Y que nuestro cerebro está formado a su vez por células especiales llamadas neuronas, que reciben la información proporcionada por nuestros sentidos en forma de cuantos de energía que se transmiten de una a otra y que luego de procesadas por la conciencia se convierten a su vez en estímulos eléctricos que hacen que el cerebro inyecte en el torrente sanguíneo una serie de drogas que regulan nuestras respuestas corporales.

Un interesante experimento neurológico desarrollado en el siglo XX investigó las respuestas eléctricas del cerebro a un determinado estímulo del exterior. La sorpresa fue que a falta del estímulo y cuando el sujeto simplemente recordaba el mismo, el cerebro reaccionaba exactamente igual a como lo había hecho la primera vez. O sea que el cerebro no distinguía si un estímulo era real o simplemente sugerido por la conciencia o un recuerdo tal vez, y reaccionaba de la misma manera en ambos casos.
El hecho también es que estos recuerdos o pensamientos van creando afinidades o redes neuronales que provocan la misma respuesta del cuerpo.

Tomemos como ejemplo la conducción de un automóvil. En nuestra juventud, cuando comenzamos a conducir, debíamos hacer esfuerzos conscientes para combinar la presión sobre el pedal del embrague y los cambios o el dominio del volante. Pasado algún tiempo, nuestro cerebro construyó patrones neuronales que nos liberaban de esta atención y en forma casi automática y sin pensar en ello hacíamos todas aquellas maniobras que nos habían parecido tan difíciles.

Lo mismo ocurre con nuestros pensamientos y recuerdos: construyen patrones neuronales que afectan nuestra percepción de la realidad.

Es bien sabido que nadie percibe la realidad de la misma manera, por ejemplo en la popular percepción del vaso medio lleno o medio vacío. El punto es que si enviamos estímulos positivos, de bienestar y satisfacción a nuestro cerebro, se formarán asociaciones neuronales que ayudaran a nuestra conciencia a construir una realidad más satisfactoria para nosotros, haciendo que los distintos estímulos que reciba el cerebro se asocien con respuestas automáticas de bienestar y abundancia. Mientras que si nuestros pensamientos o recuerdos se centran en actitudes o experiencias negativas, estamos obligando a nuestra conciencia a construir una realidad poco grata para nosotros y desencadenando en nuestro cerebro respuestas neurológicas no deseadas que nos pueden llegar a afectar inclusive en forma de enfermedades psicosomáticas.

Conclusiones.

De acuerdo a la física cuántica no existe una realidad formada exterior a nosotros, sino que la vamos construyendo a medida que transcurre nuestra vida, ya que indudablemente nosotros influenciamos en la creación de la misma. En base a estas creencias se han desarrollado innumerables libros que tratan de mundos paralelos o famosas películas como The Matrix que insinúan que el mundo podría no ser tan “real” como nosotros pensamos que es. Desde tiempos inmemoriales en el pasado del hombre existen escritos, como los vedas hindúes, que insisten en que el mundo material no es algo real sino una ilusión de nuestros sentidos. También se han popularizado dichos sobre la voluntad que logra lo que se proponga, o que la “fe mueve montañas” haciendo alusión al sermón de Jesús sobre la fe que nos llega en Mateo 17:20 “…porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí para allá, y se pasará, y nada os será imposible…” en alusión a un hecho que violaría claramente las leyes físicas atribuidas a nuestro universo.

Es posible que esta sea una de las respuestas a la pregunta de porqué estamos aquí. Nuestra misión en el universo sería la de aprender como ayudar a la creación de realidades materiales para canalizar el arrollador viento creador de la naturaleza que se manifiesta desde enormes galaxias y cúmulos de estrellas hasta en microscópicos átomos de carbono que forman las cadenas de vida que conocemos. Todo esto construido con los ínfimos ladrillos que lo componen todo en el universo, pequeñas unidades discretas de energía que la ciencia a dado en llamar cuantos.