domingo, 24 de abril de 2011

Vaticano, el poder de la Iglesia Católica

¿Cuánto pesa en el actual mundo globalizado del siglo XXI el poder de la Iglesia Católica? ¿Cómo influyen las decisiones del Papa en los mil doscientos millones de seres humanos que siguen las enseñanzas de la Iglesia? ¿Es el Vaticano solamente la cabeza espiritual del mundo católico o se ha convertido en una multinacional económica que cotiza en bolsa? ¿Cómo y quien administra su dinero? ¿Cuales son los desafíos planteados por la dirección de la Iglesia para el próximo siglo?

Estado de la Ciudad del Vaticano (Status Civitatis Vaticanae).

El Vaticano es una ciudad-estado cuyo territorio se encuentra enclavado en la ciudad de Roma, capital de Italia. Sobre una extensión de 44 hectáreas, que prácticamente están totalmente urbanizadas y donde reside una población de 900 personas, se alberga la Santa Sede máxima institución de la Iglesia Católica.

La Santa Sede posee personería jurídica propia y es dirigida por el Sumo Pontífice, el Papa, en su carácter de guía espiritual del catolicismo y Jefe de Estado del Vaticano.

Su historia se remonta a cientos de años antes del nacimiento de Jesús, ya que la colina ubicada en el banco derecho del Río Tíber estaba ocupada por un antiguo pueblo Etrusco llamado Vaticum. Los Etruscos fueron sometidos a Roma en la batalla de Veyes (396 a.C.). Cuando el apóstol Pedro llegó a Roma la zona era conocida por Ager Vaticanus (campos del Vaticano) y había sido incluida por el emperador Augusto en la reorganización de la ciudad.

Por este signo vencerás
En el año 37 d.C. el emperador Calígula edificó en esta zona un circo, a cuyos juegos era adicto. Ya en plena persecución de los cristianos y en tiempos del emperador Nerón, muere crucificado San Pedro Apóstol quien pidió hacerlo cabeza abajo para no morir de la misma forma que su Señor. Sus seguidores lo sepultan muy cerca y el lugar es guardado por la tradición durante las oscuras épocas de las persecuciones de los emperadores Decio (249), Valeriano (257-58) y Diocleciano (303-11), hasta que el año 313 el emperador Constantino promulga el edicto de Milán abrazando la causa cristiana y señalando el punto de comienzo a la tradicional alianza entre la religión mesiánica y el poder.

La necrópolis con la tumba de San Pedro es venerada ya desde el siglo II y sobre la misma el emperador Constantino el Grande, para agradecer a Cristo que según él le había dado el triunfo en la batalla sobre Majencio, construye la Basílica de San Pedro. Sin embargo no fue hasta el año 1939 durante el papado de Pío XII, que se descubre la existencia de la tumba del Apóstol debajo del altar mayor, bajo la cúpula de Miguel Angel. Algunos afirman que con esto se estaría cumpliendo la profecía de Jesús en Mateo 16:18 “...que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…”

Religión y poder

Una vez que la novel Iglesia fuera aceptada por el imperio, comenzó un escabroso camino jalonado por asombrosos milagros y enormes desatinos. Los Papas medievales compraron toda la colina y se construye un puente, Pons Aelius, para comunicar estas tierras con Roma.

Pintura de Miguel Angel en el techo de la Capilla Sixtina
En 756 el gobierno de la ciudad de Roma y áreas circundantes es cedido oficialmente al Papado por Pipino el Breve, monarca de los francos, como muestra de agradecimiento por haber sido nombrado rey. Por el año 848 y después de una invasión de los sarracenos, el Papa León IV amuralla el Vaticano añadiéndole torres de defensa. Nicolás III (1277-1280) mudó la residencia papal al Vaticano. Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro en Avignon, la residencia papal se trasladó definitivamente en 1377 junto a la Basílica de San Pedro. Esta fue reconstruida durante los siglos XV y XVI ya que la primitiva construcción estaba bastante deteriorada, y adquirió el porte señorial y majestuoso de la actualidad con aportes de Bramante, Rafael, Miguel Angel y Bernini respectivamente.

En 1869 se celebró el primer Concilio Vaticano en el que se decretó el dogma de la infalibilidad del Papa en cuestiones de fe. Un año después los Estados Pontificios se disuelven definitivamente cuando Víctor Manuel II unifica Italia y decide hacer de Roma la capital de su reino, anexando sus territorios excluido el Vaticano. Los sucesivos Pontífices quedan recluidos en la ciudad en forma de protesta, hasta que en 1929 mediante el Tratado de Letrán, celebrado entre la Santa Sede y el Reino de Italia en tiempos del gobierno de Benito Mussolini, se constituye el Estado Vaticano y se reconoce su soberanía y personalidad jurídica internacional.

Concilio de Nicea - 325 d.C.
La historia del Papado y por ende de la Religión Católica ha transitado un épico camino desde su formación hasta ahora, pasando por su afirmación en materia de dogma, como el Concilio de Nicea en 325 d.C. -en donde el propio Dios habría intervenido para señalar cuáles eran los Evangelios verdaderos-, cruzadas para liberar los Santos Lugares, guerras, herejías de todo tipo incluyendo Papas y Antipapas, grandes reformas como las de Lutero y Calvino que terminan emancipando a gran parte del mundo Anglosajón del poder de Roma, el Tribunal del Santo Oficio – la Inquisición-, herramienta de poder absoluto mediante la cual se torturó y dio muerte a millares de personas durante una de las épocas mas tenebrosas que vivieron los habitantes del mundo occidental.

En todos esos años los guiados por el Sumo Pontífice Romano han perseverado gracias a un poder absoluto ejercido en forma centralizada por un pequeño grupo de Cardenales que co-gobiernan junto con el Papa, un perfil netamente conservador, alianzas estratégicas y una fe a militante a toda prueba que tuvo su eclosión en el descubrimiento y colonización de América.

Un continente para Dios.

No es casualidad que la expedición de Cristobal Colón partiera de la nación más poderosa de la Tierra en el siglo XV, España, regida por los Reyes Católicos, paladines de la causa de Roma. La simbología es muy potente ya que la cruz flameaba imponente en las velas de las tres carabelas que despertarían al nuevo continente. Es hacia esta nueva tierra donde se dirigen los esfuerzos de la Iglesia militante que parte de la vieja Europa bajo el signo de la cruz y de la espada a propagar la fe. Definitivamente ya el mundo no sería como antes, es en esta apuesta grandiosa donde Roma asentaría firmemente las bases de su poderío para los próximos siglos: la conversión de América a la fe Católica.

La actividad del Vaticano es frenética, llegando a arbitrar el reparto del continente mediante bulas y tratados bendecidos por el Pontificado. Las hordas conquistadoras, sabiéndose respaldados por Dios representado por los numerosos sacerdotes que acompañan las expediciones, entran a sangre y fuego matando y esclavizando a los nativos para robarlos o hacerlos trabajar en su provecho. Mas adelante el brazo organizado de Roma envía a miles de representantes enrolados en congregaciones como la Compañía de Jesús – los Jesuitas – que se establece con gran éxito en el centro de América del Sur.

En años posteriores decae la influencia del Papado. El Reino de España deja de tener un papel primordial en el contexto mundial y la Masonería, habiendo jurado la guerra en todos los frentes a las viejas Monarquías y a la Iglesia, extiende con gran éxito las nuevas ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad, predicamento que prende en las elites dirigentes de las jóvenes naciones que comienzan su emancipación de la Metrópoli. Sin embargo la semilla de la Religión Católica quedó muy adentro en las mentes de aquellos descendientes de europeos y aún en las de los propios nativos americanos. Esto hace que América del Sur sea hoy uno de los centros de la fe Católica en el mundo, concentrando casi la mitad de los creyentes.

¿Institución religiosa o multinacional de las finanzas?

Desde lejanas épocas, ya sea por donativos de sus fieles, a veces arrancados bajo pena de excomunión, ingresos generados por sus congregaciones, y también en numerosas guerras, la Iglesia ha contado siempre con un inmenso poder material. La construcción y propiedad de miles de Iglesias y Catedrales a lo ancho del mundo, terrenos y edificios pertenecientes a la curia o a las congregaciones, el Estado Vaticano con sus palacios y tesoros innumerables, constituyen de por sí una de las fortunas más importantes de la actualidad. El problema de toda esta riqueza es que es de muy difícil realización. De hecho, si bien no se publican balances del Estado, se sabe que propiedades de enorme valor como la Catedral de San Pedro o el Museo Vaticano se contabilizan con el valor de un euro ya que se considera imposible su comercialización.

Con la llegada del siglo XX y el afianzamiento del sistema capitalista, Roma se dio cuenta que necesitaba hacer producir sus tesoros para que su tarea militante no decayera. Algunos dicen que los recursos económicos del Vaticano comenzaron con la inversión financiera de los 1.750 millones de liras que el Tratado de Letrán estableció como indemnización por los territorios perdidos en 1870 a manos del Reino de Italia. Actualmente la Santa Sede posee valores en inmuebles, acciones, obligaciones y oro. Esto incluye propiedad o participación en numerosos bancos, empresas industriales y de servicios y paquetes de acciones de grandes empresas de todo el mundo.

El presupuesto de la Santa Sede y del Estado Vaticano asciende a 210 millones de euros anuales, debiendo atender cuatro mil quinientas remuneraciones del personal que trabaja en Vaticano más mil quinientas pensiones de retiro, el funcionamiento de una diplomacia cada vez mas activa, y algunos emprendimientos como la Radio Vaticano o el diario L’Osservatore Romano que constituyen la voz oficial del Estado y que generalmente trabajan a pérdida. También se cuenta con otros ingresos producto de la casa editorial del Papa, el canal de televisión vaticano y el enorme ingreso de los turistas que visitan año tras año la Santa Sede.

Sin embargo de un tiempo a esta parte el Estado se ha constituido en deficitario, debiendo ser asistido por mas de cien comunidades eclesiásticas de todo el mundo. Entre ellas se destacan las contribuciones de la Iglesia Alemana (la Arquidiócesis de Colonia es la más rica del mundo y maneja unos 700 millones de euros anuales) y la Iglesia Estadounidense, en especial la Arquidiócesis de Chicago que hace poco asumió los millonarios pagos por indemnizaciones por los abusos sexuales de obispos y sacerdotes, que ascendió a varios cientos de millones de dólares que fueron repartidos entre también cientos de damnificados.

El entretejido confuso de las inversiones Vaticanas quedó al descubierto de la opinión pública en 1982 cuando se descubrió en Londres el cadáver del banquero Roberto Calvi, titular del Banco Ambrosiano, que presentó una quiebra fraudulenta y salpicó a la Iglesia sacando a luz confusas relaciones entre el Banco del Vaticano, la logia masónica P2 y la mafia. Por aquel entonces el mago de las finanzas del Papado era el célebre Cardenal Paul Marcinkus, apodado el “banquero de Dios”, cuyos secretos manejos habían hecho crecer considerablemente el capital de la Santa Sede.

En la actualidad las finanzas son administradas por el Instituto per le Opere de Religione (IOR), que a su vez es supervisado por un conjunto de Cardenales de todo el mundo. Desde la década del sesenta y por orden de Pablo VI, los capitales vaticanos se han apartado de industrias químicas que produzcan anticonceptivos, condones o estén implicadas en la fabricación de armamentos. El actual Pontífice, Benedicto XVI, instruyó al IOR a incorporar normas que eviten la participación de capitales del Vaticano en operaciones de lavado de dinero.

Juan Pablo II, el Papa peregrino

Juan Pablo II
A la muerte de Pablo VI, paladín del Concilio Vaticano II y reformador de la Iglesia Católica, le sustituye el Cardenal Albino Luciani, que asume como el Papa Juan Pablo I el 26 de agosto de 1978. Muchas han sido las controversias sobre la designación de este Papa italiano, y sobre las supuestas intenciones de cambiar la política de la Santa Sede. Lo cierto es que Juan Pablo I muere tras un pontificado de 33 días en extrañas circunstancias que desatan todo tipo de rumores que apuntaban desde escándalos económicos hasta infiltración de la masonería en las altas esferas de la Iglesia Católica. Tras dos días de deliberaciones del cónclave, Karol Wojtyla, cardenal polaco hasta entonces desconocido entre los más influyentes del Vaticano, es elegido sucesor de San Pedro a los 58 años convirtiéndose en el Papa mas joven del siglo XX y el primero no italiano desde el siglo XVI.

El recién llegado asume con el nombre de Juan Pablo II y el 25 de enero de 1979 comienza el primero de sus 104 viajes fuera de Italia a República Dominicana y México. Este Pontífice incansable es llamado a ser una de las personalidades mundiales más destacadas de fines del siglo XX y le imprime a la Iglesia Católica un renovado impulso que sirve como guía al mundo contemporáneo durante los agitados años de fin del siglo pasado. Durante su papado se producen guerras, desastres económicos y profundos cambios con la caída del mundo soviético, a lo que el Papa polaco contribuyó en gran manera, mostrándose siempre contrario a las dictaduras marxistas y al capitalismo liberal.

En el aspecto doctrinal se opone firmemente al aborto y a la fecundación asistida en aras de la defensa de la vida y la familia. Condena las posiciones mas extremas de la Teología de la Liberación, doctrina que capta en su momento gran cantidad de adherentes en América del Sur, y se muestra inflexible con el ala mas conservadora del Catolicismo al excomulgar a monseñor Marcel Lefebre y desautorizar su movimiento.

El futuro y sus desafíos.

Benedicto XVI
Juan Pablo II sobrevive a un atentado que casi acaba con su vida a manos de un activista turco en 1981, y desde allí su salud de hierro se resiente. Sin embargo continúa su obra evangelizadora por muchos años hasta que el 2 de abril de 2005 fallece a la edad de 84 años. Su sucesor, el Cardenal alemán Joseph Ratzinger, es elegido Papa el 19 de abril de 2005 con el nombre de Benedicto XVI.

¿Por qué después de dos mil años perduran las enseñanzas de un simple carpintero de una remota aldea de Palestina y su Iglesia, a pesar de todos los acontecimientos que hemos reseñado, sigue congregando a mil doscientos millones de seres humanos siendo la única institución humana que ha perdurado en los últimos dos milenios?

Los creyentes responden que la Iglesia Católica, a pesar de todos sus grandes defectos por ser una institución de carácter humano, guiada por seres humanos, cuenta con la intervención sobrenatural de Dios que la guía entre las continuas tempestades que la sacuden. Más allá del poder terrenal real o supuesto que pueda ostentar, está la labor militante y llena de fe de sus integrantes de a pié, religiosos o laicos, que a lo largo de los siglos han llevado a toda la humanidad su mensaje de fe y amor, con una especial vocación por los más pobres de la sociedad, siguiendo las enseñanzas de su maestro. Las innumerables congregaciones y organizaciones católicas están esparcidas por todo el mundo, desde la fundada por la Madre Teresa en Calcuta hasta en nuestros asentamientos, dando esperanza a los que ya no la tienen, consolando a los enfermos y clamando a Dios por un mundo mejor.

Los cambios han sido vertiginosos, pero la sociedad ha cambiado mas rápidamente. El Concilio Vaticano II ha marcado el camino del aggiornamiento de la Iglesia Católica, pero sin duda actualmente sus fieles desoyen su mandato en cuestiones relativas a la contracepción, el divorcio, relaciones homosexuales y otros temas que han tomado protagonismo en este siglo XXI.

Epur si muove....
La escasa vocación por el sacerdocio va a obligar a este o los próximos Papas a seguir introduciendo cambios. Es posible que en pocos años veamos ordenar sacerdotisas mujeres o que inclusive se permita el matrimonio de los sacerdotes en condiciones especiales. Continuamente siguen apareciendo formidables movimientos militantes que impulsan al catolicismo hacia adelante tales como el controvertido Opus Dei, fundado por el ahora santo Escrivá de Balaguer, o los movimientos pentecostales de fines del siglo XX. También será necesario seguir recorriendo el camino del ecumenismo que marcara Juan Pablo II, profundizar la relación con la ciencia a la que el mismo Papa pidió perdón por los errores cometidos por la Inquisición haciendo retractarse al científico Galileo Galilei de sus teorías heliocéntricas en 1633.

La Iglesia moderna deberá simplificar su mensaje para que llegue a los enajenados seres humanos del siglo XXI. Su mejor ejemplo lo tiene en su fundador, Jesús de Galilea, quien afirmó que venía a hacer cumplir la ley mosaica y agregó un solo mandamiento: que nos amaramos todos como él nos amó, y que, luego de su resurrección, al dirigirse a Pedro el discípulo elegido para continuar su obra, dijo simplemente y como última palabra: sígueme.