En el transcurso de la vida atravezamos los momentos mas diversos, no es ninguna novedad.
Sentimos las alegrías mas enormes y también de las otras, grandes tristezas.
Cuando llega la tristeza nos preguntamos muchísimas cosas, entre ellas, qué es lo que debemos aprender.
El problema es cuando no cesa el pensamiento, y se desata una batalla en nuestra mente.
De esa forma conocí el Reiki.
Aquella noche pedí paz y claridad mental.
El Reiki es un método de sanación que abre canales.
Nos permite hacer fluir la energía que está dentro nuestro.
Consta de cuatro o más encuentros dónde se trabaja desde diferentes lugares.
En primer lugar el cuerpo, luego la mente, el alma y finalmente el espíritu.
Durante ese proceso se experimentan diversas sensaciones y se hace un ejercicio constante para situarse en el ahora.
Gracias a ello es que se aprende a prestar atención a diferentes alarmas que muchas veces se encienden y son ignoradas.
Se aprende a convivir con uno mismo, con quienes nos rodean y se reciben herramientas para modificar lo que nos incomoda.
Es tan inmensa la energía que entra en movimiento..y sin duda "uno atrae lo que es".
Es un proceso en el cuál sucesos insólitos suceden, nos sorprendemos muchísmo pero al mismo tiempo se logra vencer miedos.
Pero sobre todas las cosas, se consigue ese deseo que te ha llevado hacia el Reiki.
Leticia Alcalá Rubí
martes, 24 de mayo de 2011
domingo, 22 de mayo de 2011
El Convento Franciscano de Cairú debe ser restaurado
O Pelourinho |
Barra del Río do Inferno en Boipeba |
Adentrándonos en el Río do Inferno vemos como las aguas van perdiendo su transparencia oceánica para tomar un color oscuro producto de los manglares que bordean su cauce, verdaderos pantanos cenagosos donde prolifera una vigorosa fauna y flora local. Al llegar a un recodo del camino y donde el estuario ya tomó el nombre de Río Cairú, se divisa el Posto das Ostras, famoso ya por la degustación de ostras pescadas por los pobladores en el río. Un miserable villorrio rodeado de cocoteros donde el tiempo se transforma y las prioridades del mundo cambian. Dona Suzeane, hija y nieta de los antiguos pobladores de Canavieiras, que así se llama el lugarejo, comanda un negocio de venta de ostras a los turistas en una gran balsa que flota sobre las oscuras aguas del río. Ella es analfabeta, pero sin necesidad de un master en economía y globalización, ya descubrió los beneficios del fast food y vende ostras en solo dos modalidades: cruda con limón y grelhada con queso, palmito y orégano. “Os homens aquí nao trabalham, aquí trabalha a mulher, eles estao por ahí deitados…” dice sonriendo y señalando las casas cercanas al río. Los trescientos cincuenta pobladores se conocen entre ellos, y en general se dedican a la pesca. Sus hijos van a la escuela de Cairú, cuenta orgullosa, y casi sin quererlo revela su secreto sueño de que continúen sus estudios en Salvador. Los negocios han ido bien, la llegada de turistas es siempre creciente, y Dona Suzeane, mientras abre ostras, sueña con un futuro distinto para sus pequeños…
Al continuar el recorrido fluvial se llega al poblado de Cairú, sobre la isla del mismo nombre y cuyo puerto está flanqueado de numerosos jóvenes dispuestos a trabajar de guías para los viajeros. Cairú fue fundado por los Portugueses en 1608 con el nombre de Nossa Senhora do Rosario de Cairú, es el único municipio-archipielago del Brasil y constituye el centro administrativo de las islas. Allí vive Valdir desde hace tres años. Estudió una licenciatura de turismo en su Minas Gerais natal y una vez recibido fue atraído a la capital del archipiélago por la belleza y el potencial del lugar. Puso un negocio de comidas pero las cosas no funcionaron como se esperaba y tuvo que cerrar las puertas. Por intermedio de conocidos en la Orden Franciscana consiguió trabajo como guía en el Convento. Espera que la llegada de turistas crezca lo suficiente para reabrir su restaurante donde invirtió ahorros y sueños. El recorrido comienza anodino y sin ganas, pero a medida que las preguntas demuestran interés, Valdir se transforma y explica, gesticula, nos transporta hacia el pasado haciendo consideraciones sobre la importancia de la Iglesia que se constituye en la primera manifestación del barroco luso-brasilero, doblemente pionera ya que fue construida en 1654 por orden de la corona portuguesa aún antes que el estilo apareciese en Portugal. Muestra orgulloso el fino acabado azul y blanco de los azulejos que rodean el patio y la imponente obra en mármol blanco portugués donde se plasma el clásico cordón de la Orden Franciscana cuyos tres nudos representan el ideal de castidad, pobreza y obediencia, junto con el escudo de armas de la casa real portuguesa, bajo cuyo auspicio se ejecutó la gran obra. Tanto la fachada como el interior de la capilla están colmados de andamios y las obras de reconstrucción de la dañada Iglesia se vienen llevando a cabo desde hace dos años, con distinta intensidad, financiados por importantes empresas como Petrobras y Bradesco.
Arrodillado en el jardín interior y muy atareado trabajando laboriosamente la tierra se encuentra Frei Joaquim, hombrecito de pequeña estatura y avanzada edad. Sonríe mientras acomoda sus lentes y al saber que somos uruguayos dice que en este año han visitado el convento veintiocho compatriotas, acompañando el sorprendente guarismo con un movimiento de cabeza. Nacido en Recife hace ya muchos años, comparte con Frei Dieter, de origen alemán, la responsabilidad de llevar adelante el convento. Añora sus años en su tierra donde los viernes después de clase conducía a los jóvenes a retiros espirituales en la casa franciscana de Sao José de Coroa Grande. Desde hace veinte años que llegó a Cairú y desde entonces abogó por la reconstrucción de la fachada y el interior del convento, bastante destruidas por la acción del tiempo. Hace dos años las obras comenzaron y aún hay mucho por hacer. Frei Joaquim sueña con que la vieja Iglesia restaurada seduzca a una mayor cantidad de turistas y entonces, si Dios lo quiere, la importancia del lugar atraiga algún Frei joven que pueda continuar la obra franciscana en Cairú, ya que él siente que le quedan pocas fuerzas.
El Convento Franciscano de Cairú debe ser restaurado, muchos sueños dependen de ello….
miércoles, 4 de mayo de 2011
Salsipuedes - Genocidio de la nación Charrúa
"Venía
no se sabe de donde.
Usaba vincha como el benteveo,
y penacho como el cardenal.
Si no sabía de patrias sabía de querencias
.............................................no se sabe de donde.
Usaba vincha como el benteveo,
y penacho como el cardenal.
Si no sabía de patrias sabía de querencias
No sabía reír ni sabía llorar;
bramaba en la pelea como los pumas
y moría sin ruido, cuando mucho
con un temblor de plumas,
como mueren los pájaros"
Fernán Silva Valdes
Poco se habla, poco se esucucha sobre la “Matanza de Salsipuedes”. Nada casual, había que borrarlo, era necesario olvidarlo.
Cómo se iba a dar a conocer aquella emboscada; donde el General Fructuoso Rivera diera la órden, apretando el gatillo en la cabeza de Sepe, junto a sus tropas, de exterminar a la nación Charrúa. Asesinando hombres mujeres y niños.
Pero no se habla, no se recuerda. Sin embargo la “memoria” de quienes si lo supieron escuchar, lo sufre, lo recuerda año a año. Fue hace cuatro años que escuché una docente decir, que nuestro pueblo no solo tiene desaparecidos de la dictadura sino que nuestros primeros desaparecidos fueron los Charrúas. Esa frase fue suficientemente movilizadora para comenzar un camino de aprendizaje, de concientización, de una búsqueda respetuosa hacia nuestras raíces.
Como docente de primaria intento acercar la historia desde ese lugar, dejando una chispa.
Este año junto a un grupo indigenista tuvimos la suerte de acampar a orillas del “Arroyo Salsipuedes” dentro del monte; ubicado en el departamento de Tacuarembó. Compartimos la historia alrededor de un fogón, recorrimos el lugar, nos bañamos en las aguas del arroyo, supimos disfrutar el encontrarnos y a su vez respetar ese lugar sagrado.
Estando allí fue más sencillo comprender los hechos, la estrategia del General Rivera, la manera de descartar los cuerpos. Es muy movilizante ver los “pasos” del arroyo por donde cruzaron las tropas, la espesura de ese monte rodeado de campo abierto donde era imposible que quienes pudieron escapar no fueran encontrados.
Además caminar por “El Potrero” lugar donde desensillaron los caballos aquél 11 de abril. Pararse frente a la laguna y contemplar los camalotes que florecen sobre los restos de aquellos pobladores.
Comprendemos que no siempre se puede vivir la historia desde el mismo escenario por razones obvias. Sin embargo, los medios de comunicación y el boca en boca nos permiten mantener viva la conciencia del Genocidio Charrúa.
Leticia Alcalá Rubí
Etiquetas:
Charrúas,
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