O Pelourinho |
Barra del Río do Inferno en Boipeba |
Adentrándonos en el Río do Inferno vemos como las aguas van perdiendo su transparencia oceánica para tomar un color oscuro producto de los manglares que bordean su cauce, verdaderos pantanos cenagosos donde prolifera una vigorosa fauna y flora local. Al llegar a un recodo del camino y donde el estuario ya tomó el nombre de Río Cairú, se divisa el Posto das Ostras, famoso ya por la degustación de ostras pescadas por los pobladores en el río. Un miserable villorrio rodeado de cocoteros donde el tiempo se transforma y las prioridades del mundo cambian. Dona Suzeane, hija y nieta de los antiguos pobladores de Canavieiras, que así se llama el lugarejo, comanda un negocio de venta de ostras a los turistas en una gran balsa que flota sobre las oscuras aguas del río. Ella es analfabeta, pero sin necesidad de un master en economía y globalización, ya descubrió los beneficios del fast food y vende ostras en solo dos modalidades: cruda con limón y grelhada con queso, palmito y orégano. “Os homens aquí nao trabalham, aquí trabalha a mulher, eles estao por ahí deitados…” dice sonriendo y señalando las casas cercanas al río. Los trescientos cincuenta pobladores se conocen entre ellos, y en general se dedican a la pesca. Sus hijos van a la escuela de Cairú, cuenta orgullosa, y casi sin quererlo revela su secreto sueño de que continúen sus estudios en Salvador. Los negocios han ido bien, la llegada de turistas es siempre creciente, y Dona Suzeane, mientras abre ostras, sueña con un futuro distinto para sus pequeños…
Al continuar el recorrido fluvial se llega al poblado de Cairú, sobre la isla del mismo nombre y cuyo puerto está flanqueado de numerosos jóvenes dispuestos a trabajar de guías para los viajeros. Cairú fue fundado por los Portugueses en 1608 con el nombre de Nossa Senhora do Rosario de Cairú, es el único municipio-archipielago del Brasil y constituye el centro administrativo de las islas. Allí vive Valdir desde hace tres años. Estudió una licenciatura de turismo en su Minas Gerais natal y una vez recibido fue atraído a la capital del archipiélago por la belleza y el potencial del lugar. Puso un negocio de comidas pero las cosas no funcionaron como se esperaba y tuvo que cerrar las puertas. Por intermedio de conocidos en la Orden Franciscana consiguió trabajo como guía en el Convento. Espera que la llegada de turistas crezca lo suficiente para reabrir su restaurante donde invirtió ahorros y sueños. El recorrido comienza anodino y sin ganas, pero a medida que las preguntas demuestran interés, Valdir se transforma y explica, gesticula, nos transporta hacia el pasado haciendo consideraciones sobre la importancia de la Iglesia que se constituye en la primera manifestación del barroco luso-brasilero, doblemente pionera ya que fue construida en 1654 por orden de la corona portuguesa aún antes que el estilo apareciese en Portugal. Muestra orgulloso el fino acabado azul y blanco de los azulejos que rodean el patio y la imponente obra en mármol blanco portugués donde se plasma el clásico cordón de la Orden Franciscana cuyos tres nudos representan el ideal de castidad, pobreza y obediencia, junto con el escudo de armas de la casa real portuguesa, bajo cuyo auspicio se ejecutó la gran obra. Tanto la fachada como el interior de la capilla están colmados de andamios y las obras de reconstrucción de la dañada Iglesia se vienen llevando a cabo desde hace dos años, con distinta intensidad, financiados por importantes empresas como Petrobras y Bradesco.
Arrodillado en el jardín interior y muy atareado trabajando laboriosamente la tierra se encuentra Frei Joaquim, hombrecito de pequeña estatura y avanzada edad. Sonríe mientras acomoda sus lentes y al saber que somos uruguayos dice que en este año han visitado el convento veintiocho compatriotas, acompañando el sorprendente guarismo con un movimiento de cabeza. Nacido en Recife hace ya muchos años, comparte con Frei Dieter, de origen alemán, la responsabilidad de llevar adelante el convento. Añora sus años en su tierra donde los viernes después de clase conducía a los jóvenes a retiros espirituales en la casa franciscana de Sao José de Coroa Grande. Desde hace veinte años que llegó a Cairú y desde entonces abogó por la reconstrucción de la fachada y el interior del convento, bastante destruidas por la acción del tiempo. Hace dos años las obras comenzaron y aún hay mucho por hacer. Frei Joaquim sueña con que la vieja Iglesia restaurada seduzca a una mayor cantidad de turistas y entonces, si Dios lo quiere, la importancia del lugar atraiga algún Frei joven que pueda continuar la obra franciscana en Cairú, ya que él siente que le quedan pocas fuerzas.
El Convento Franciscano de Cairú debe ser restaurado, muchos sueños dependen de ello….
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