Que en el 2013 se animen a soñar y que esos sueños se cumplan !!! |
lunes, 24 de diciembre de 2012
viernes, 21 de diciembre de 2012
El hombre mas feliz del mundo
Es mas feliz que usted, seguro. Mucho mas.
Matthieu Ricard obtuvo una nota inalcanzable en un estudio sobre el cerebro realizado por la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos. Los especialistas en neurociencia afectiva le nombraron "el hombre mas feliz de la Tierra".
A sus 63 años, el actual asesor personal del Dalai Lama tiene una vida digna de un guión cinematográfico: biólogo molecular, hijo de un filósofo francés ateo, dejó una prometedora carrera por seguir a Buda.
El siguiente artículo de David Jiménez, extraído de "El Mundo", nos acerca un poco mas al científico, al monje, al hombre.
¿Una bonita casa en la playa? Matthieu Ricard prefiere el monasterio apartado de toda civilización donde vive, en las montañas de Nepal.
¿Una cuenta bancaria boyante? Ha entregado todo el dinero de las ventas de sus libros a la caridad.
¿Quizá un matrimonio bien avenido o una excitante vida sexual? Tampoco: a los 30 años decidió acogerse al celibato y dice cumplirlo sin descuidos.
En realidad, Matthieu Ricard carece de todas las cosas que los demás perseguimos con el convencimiento de que nos harán un poco más felices. Y sin embargo, este francés de 63 años, biólogo molecular hasta que decidió dejarlo todo y seguir el camino de Buda, es más feliz que usted y yo. Mucho más feliz. El más feliz. Científicos de la Universidad de Wisconsin llevan años estudiando el cerebro del asesor personal del Dalai Lama dentro de un proyecto en el que la cabeza de Ricard ha sido sometida a constantes resonancias magnéticas nucleares, en sesiones de hasta tres horas de duración. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes. Los resultados fueron comparados con los obtenidos en cientos de voluntarios cuya felicidad fue clasificada en niveles que iban del 0.3 (muy infeliz) a -0.3 (muy feliz).
Matthieu Ricard logró -0.45, desbordando los límites previstos en el estudio, superando todos los registros anteriores y ganándose un título –“el hombre más feliz de la tierra”– que él mismo no termina de aceptar.
¿Está también la modestia ligada a la felicidad? El monje prefiere limitarse a resaltar que efectivamente la cantidad de “emociones positivas” que produce su cerebro está “muy lejos de los parámetros normales”. El problema de aceptar que Ricard es el hombre más contento y satisfecho del mundo es que nos deja a la mayoría en el lado equivocado de la vida. Si un monje que pasa la mayor parte de su tiempo en la contemplación y que carece de bienes materiales es capaz de alcanzar la dicha absoluta, ¿no nos estaremos equivocando quienes seguimos centrando nuestros esfuerzos en un trabajo mejor, un coche más grande o una pareja más estupenda?
Los trabajos sobre la felicidad del profesor Richard J. Davidson, del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, se basan en el descubrimiento de que la mente es un órgano en constante evolución y, por lo tanto, moldeable. “La plasticidad de la mente”, en palabras del científico estadounidense, cuyo estudio es el quinto más consultado por la comunidad investigadora internacional. Los científicos han logrado probar que la corteza cerebral izquierda concentra las sensaciones placenteras, mientras el lado derecho recoge aquellas que motivan depresión, ansiedad o miedo. “La relación entre el córtex izquierdo y el derecho del cerebro puede ser medida y la relación entre ambas sirve para representar el temperamento de una persona”, asegura Ricard, que durante sus resonancias magnéticas mostró una actividad inusual en su lado izquierdo. Los neurocientíficos de Estados Unidos no creen que sea casualidad que durante los exámenes llevados a cabo por Davidson los mayores registros de felicidad fueran detectados siempre en monjes budistas que practican la meditación diariamente.
Ricard lo explica en la capacidad de los religiosos de explotar esa “plasticidad cerebral” para alejar los pensamientos negativos y concentrarse sólo en los positivos. La idea detrás de ese concepto es que la felicidad es algo que se puede aprender, desarrollar, entrenar, mantener en forma y, lo que es más improbable, alcanzar definitivamente y sin condiciones.
Éxtasis mental.
Lograr el objetivo de la dicha no es fácil. Ricard ha escrito una decena de libros —combina sus retiros espirituales con la promoción de sus obras— y cientos de artículos tratando de mostrar el camino y, aunque la mayoría de sus obras se han convertido en éxitos editoriales, el propio autor descarta que su lectura garantice el éxito. Al igual que un logro en atletismo o en la vida laboral, el cambio sólo es posible con esfuerzo y tenacidad, pero Ricard asegura que todo habrá merecido la pena una vez que se alcanza el estado de éxtasis mental que logran los elegidos. En su Defensa de la felicidad, la traducción de su último libro publicado en España, el monje explica cómo nuestra vida puede ser transformada incluso a través de variaciones mínimas en la manera en que manejamos nuestros pensamientos y “percibimos el mundo que nos rodea”. Es un viaje hacia el interior de uno mismo que Matthieu Ricard recorrió contra todo pronóstico.
Nacido en París en 1946, el “monje feliz”, como se le conoce en todo el mundo, creció en un ambiente ilustrado. Su padre, Jean-François Revel, fue un reconocido escritor, filósofo y miembro de la Academia Francesa que reúne a la elite intelectual de ese país. Su madre dedicó gran parte de su vida profesional a la pintura surrealista y tuvo un gran éxito antes de convertirse también ella en monja budista. Ricard vivió en su juventud los excesos propios del París de los años sesenta y tras terminar sus estudios de secundaria se decidió por las ciencias.
Hizo su doctorado en genética celular en el Instituto Pasteur de París y trabajó con el premio Nobel de medicina François Jacob. Parecía destinado a convertirse en uno de los grandes investigadores del campo de la biología cuando le dio a su padre el disgusto de su vida. El estudio de textos budistas desencadenó una llamada espiritual que lo llevó a dejarlo todo. Decidió que el laboratorio no era lo suyo y partió hacia el Himalaya para hacerse discípulo de Kangyur Rinpoche, un histórico maestro tibetano de la tradición Nyingma, la más ancestral escuela del budismo. Era 1972 y las próximas tres décadas de este francés de carácter suave y cultura exquisita —el único europeo que lee, habla y traduce el tibetano clásico— iban a ser dignas del mejor guión cinematográfico. Tras estudiar con los grandes maestros del budismo, pasar meses en retiros y recorrer los pueblos del Himalaya, conoció al Dalai Lama y en 1989 se convirtió en uno de sus principales asesores y en su traductor al francés. Su posición como mano derecha del Señor de la Compasión le ha convertido en la figura budista occidental más influyente del mundo y llevaron al gobierno francés a concederle la Orden Nacional Francesa.
La vida elegida por Ricard le enfrentó a los ideales en los que se había formado y al ateísmo de su padre. Ambos decidieron discutir sus diferencias en El monje y el fisólofo, un diálogo que sólo en Francia vendió 500 mil copias y en el que la búsqueda de la felicidad está presente en cada capítulo. “Tenía muchas esperanzas en su futuro profesional y me parecía una lástima que abandonara [su carrera científica]. "Después me di cuenta de que había transferido su espíritu científico al estudio del budismo”, decía el padre antes de morir, una vez que hubo aceptado la elección de Matthieu. La idea de Ricard de ofrecerse para los estudios de la mente que llevaba a cabo la Universidad de Wisconsin estuvo influenciada por el propio Dalai Lama, que durante años ha colaborado con científicos occidentales, facilitando el análisis cerebral de los monjes y su capacidad de aislar la mente durante las sesiones de meditación. Uno de los aspectos que más ha fascinado a los investigadores es la capacidad de los monjes de suprimir sentimientos que hasta ahora creíamos inevitables en la condición humana: el enfado, el odio o la avaricia. El estudio de sus cerebros demuestra una capacidad extraordinaria para controlar sus impulsos basados en el principio de que Buda no prometió a sus seguidores la salvación en el cielo, sólo el final de sus sufrimientos en la tierra si lograban controlar sus deseos. Para muchos ese ha sido uno de los puntos flacos del budismo: la limitación de las ambiciones personales y la pasividad. Ricard suele acudir a una anécdota del Dalai Lama para negar que el control de los impulsos negativos sea igual a pasividad o falta de respuesta, por ejemplo ante un crimen o un genocidio. “Alguien le preguntó en una ocasión al Dalai Lama qué haría si una persona entra en una habitación para matar a todos los presentes. Su respuesta irónica fue: ‘Empezaría por dispararle a las piernas. Y si eso no funciona, apuntaría a la cabeza’”.
Ricard cree que el problema es que nuestros sentimientos negativos hacia otras personas no están a menudo justificados, sino que los hemos creado en nuestra mente, de forma artificial, como respuesta a nuestras propias frustraciones. Y ese es uno de los impulsos que el monje francés piensa que hay que aprender a controlar si se quiere ser feliz. Para el escritor, la felicidad es “un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona”. Atraparla es cuestión de práctica y fuerza de voluntad, no de bienes materiales, poder o belleza. Los que llegan al final del viaje y logran la serenidad que lleva a la dicha, asegura Ricard, sienten lo mismo que “un pájaro cuando es liberado de su jaula”.
Satisfacción filipina.
Tampoco es necesario leer a este hijo adoptivo de Buda o retirarse a un templo en el Himalaya para comprobar que el “dinero no da la felicidad”. Los habitantes de las barriadas pobres de Manila se muestran, a pesar de sus dificultades, aparentemente más contentos que los tiburones financieros de la vecina y multimillonaria Hong Kong. Cada vez que se hace una encuesta sobre felicidad global, los filipinos aparecen entre los pueblos más satisfechos. Ni la pobreza ni el hecho de que su país haya sido declarado el “lugar del mundo más afectado por los desastres naturales” por el Centro para la Investigación y Epidemiología de Desastres parecen afectar su visión positiva de la vida. Su intensa vida social y familiar compensa penurias y privaciones.
Los hongkoneses, con una renta per cápita 20 veces mayor, aparecen sistemáticamente en los últimos lugares en los mismos sondeos de felicidad. La presión consumista, el estrés y el deterioro de las relaciones sociales figuran entre las causas de insatisfacción más citadas por los ciudadanos. Todo el desarrollo y el dinero del mundo no han logrado levantar el ánimo de la Nueva York de Asia. Matthieu Ricard ve en resultados como éste la prueba de que cualquiera, no importa las desgracias que haya vivido, puede alcanzar la felicidad si cambia el chip mental que a menudo nos hace detenernos en los aspectos negativos de la existencia. Incluso la pérdida de los seres queridos puede sobrellevarse con relativa facilidad si se afronta la muerte desde una perspectiva nueva, menos centrada en su dramatismo. “Mi padre murió a los 82 años. Como dependía tanto de su brillantez intelectual, cuando se vio limitado se desanimó”, asegura el monje, para quien la muerte de quienes nos rodean debe ser aceptada como un paso más en el ciclo natural de la vida y no necesariamente como un episodio triste. “El mejor homenaje que podemos ofrecer a los que ya no están con nosotros es vivir la vida de forma constructiva, ser conscientes de que nacemos solos y morimos solos. ¿Por qué no sentir que cada ser humano es nuestro familiar, que cada casa es nuestro hogar?”.
Los investigadores que han estado analizando las emociones de Ricard creen que los resultados podrían servir para paliar enfermedades como la depresión y llevar a la gente a entrenar una mente saludable de la misma forma que hoy se acude al gimnasio a mejorar la forma física. Más aún, si como sugiere Ricard, una de las claves de la satis- Para Matthieu Ricard, a la derecha, la felicidad es “un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona”. facción personal es el control y la supresión de instintos negativos como el odio, y si existe una forma de limitarlos, estaríamos ante la posibilidad de mejorar la condición humana y enmendar sus peores defectos. Por supuesto, son muchos los que apuntan a la inocencia y la sobredosis de utopía que supone pensar en una aldea global en la que todo el mundo perdona a los demás y nadie se enfada con nadie, un mundo basado en las buenas maneras y sentimientos, sin guerras ni luchas de poder. El monje francés responde a quienes dudan con la pregunta que mejor define su visión de la vida: “¿Acaso quieres vivir una vida en la que tu felicidad dependa de otras personas?”. Matthieu Ricard no quiere. Por eso en lugar de una casa en la playa ha elegido una vida contemplativa en el monasterio nepalí de Shechen; por eso ha regalado los millones de euros procedentes de sus libros (se han vendido millones de copias en todo el mundo y han sido traducidos a una decena de lenguas); y quizá por eso ha evitado los conflictos propios de la vida matrimonial. El “hombre más feliz del mundo” no sugiere que todos hagan lo mismo para encontrar la dicha. Sólo que aprendamos que la deseada casa en la playa, los millones en el banco o esa pareja tan atractiva tampoco nos conducirán a ella. Aprender a vivir con lo que tenemos quizá sí.
© El Mundo
Lo que piensa el "monje feliz"
• Vejez. Cuando la agudeza mental y la acción disminuyen, es tiempo de experimentar y manifestar cariño, afecto, amor y comprensión
• Muerte. Forma parte de la vida, rebelarse es ir contra la propia naturaleza de la existencia. Sólo hay un camino: aceptarla.
• Soledad. Existe una manera de no sentirse abandonado: percibir a todos los hombres como parte de nuestra familia.
• Alegría. Está dentro de cada uno de nosotros. Sólo hay que mirar en nuestro interior, encontrarla y transmitirla.
• Identidad. No es la imagen que tenemos de nosotros mismos, ni la que proyectamos. Es nuestra naturaleza más profunda, esa que nos hace ser buenos y cariñosos con quienes nos rodean.
• Conflictos de pareja. Es muy difícil pelearse con alguien que no busca la confrontación.
• Familia. Requiere el esfuerzo constante de cada uno de sus miembros, ser generoso y reducir nuestro nivel de exigencia.
• Deterioro físico. Hay que aprender a valorarlo positivamente. Verlo como el principio de una nueva vida y no el principio del fin.
• Relaciones sociales. Es más fácil estar de buen humor que discutir y enfadarse. Lo ideal es seguir siendo como somos y utilizar siempre que podamos la franqueza y la amabilidad
• Felicidad. Si la buscamos en el sitio equivocado, estaremos convencidos de que no existe cuando no la encontremos allí.
Matthieu Ricard obtuvo una nota inalcanzable en un estudio sobre el cerebro realizado por la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos. Los especialistas en neurociencia afectiva le nombraron "el hombre mas feliz de la Tierra".
A sus 63 años, el actual asesor personal del Dalai Lama tiene una vida digna de un guión cinematográfico: biólogo molecular, hijo de un filósofo francés ateo, dejó una prometedora carrera por seguir a Buda.
El siguiente artículo de David Jiménez, extraído de "El Mundo", nos acerca un poco mas al científico, al monje, al hombre.
¿Una bonita casa en la playa? Matthieu Ricard prefiere el monasterio apartado de toda civilización donde vive, en las montañas de Nepal.
¿Una cuenta bancaria boyante? Ha entregado todo el dinero de las ventas de sus libros a la caridad.
¿Quizá un matrimonio bien avenido o una excitante vida sexual? Tampoco: a los 30 años decidió acogerse al celibato y dice cumplirlo sin descuidos.
En realidad, Matthieu Ricard carece de todas las cosas que los demás perseguimos con el convencimiento de que nos harán un poco más felices. Y sin embargo, este francés de 63 años, biólogo molecular hasta que decidió dejarlo todo y seguir el camino de Buda, es más feliz que usted y yo. Mucho más feliz. El más feliz. Científicos de la Universidad de Wisconsin llevan años estudiando el cerebro del asesor personal del Dalai Lama dentro de un proyecto en el que la cabeza de Ricard ha sido sometida a constantes resonancias magnéticas nucleares, en sesiones de hasta tres horas de duración. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes. Los resultados fueron comparados con los obtenidos en cientos de voluntarios cuya felicidad fue clasificada en niveles que iban del 0.3 (muy infeliz) a -0.3 (muy feliz).
Matthieu Ricard logró -0.45, desbordando los límites previstos en el estudio, superando todos los registros anteriores y ganándose un título –“el hombre más feliz de la tierra”– que él mismo no termina de aceptar.
¿Está también la modestia ligada a la felicidad? El monje prefiere limitarse a resaltar que efectivamente la cantidad de “emociones positivas” que produce su cerebro está “muy lejos de los parámetros normales”. El problema de aceptar que Ricard es el hombre más contento y satisfecho del mundo es que nos deja a la mayoría en el lado equivocado de la vida. Si un monje que pasa la mayor parte de su tiempo en la contemplación y que carece de bienes materiales es capaz de alcanzar la dicha absoluta, ¿no nos estaremos equivocando quienes seguimos centrando nuestros esfuerzos en un trabajo mejor, un coche más grande o una pareja más estupenda?
Los trabajos sobre la felicidad del profesor Richard J. Davidson, del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, se basan en el descubrimiento de que la mente es un órgano en constante evolución y, por lo tanto, moldeable. “La plasticidad de la mente”, en palabras del científico estadounidense, cuyo estudio es el quinto más consultado por la comunidad investigadora internacional. Los científicos han logrado probar que la corteza cerebral izquierda concentra las sensaciones placenteras, mientras el lado derecho recoge aquellas que motivan depresión, ansiedad o miedo. “La relación entre el córtex izquierdo y el derecho del cerebro puede ser medida y la relación entre ambas sirve para representar el temperamento de una persona”, asegura Ricard, que durante sus resonancias magnéticas mostró una actividad inusual en su lado izquierdo. Los neurocientíficos de Estados Unidos no creen que sea casualidad que durante los exámenes llevados a cabo por Davidson los mayores registros de felicidad fueran detectados siempre en monjes budistas que practican la meditación diariamente.
Ricard lo explica en la capacidad de los religiosos de explotar esa “plasticidad cerebral” para alejar los pensamientos negativos y concentrarse sólo en los positivos. La idea detrás de ese concepto es que la felicidad es algo que se puede aprender, desarrollar, entrenar, mantener en forma y, lo que es más improbable, alcanzar definitivamente y sin condiciones.
Éxtasis mental.
Lograr el objetivo de la dicha no es fácil. Ricard ha escrito una decena de libros —combina sus retiros espirituales con la promoción de sus obras— y cientos de artículos tratando de mostrar el camino y, aunque la mayoría de sus obras se han convertido en éxitos editoriales, el propio autor descarta que su lectura garantice el éxito. Al igual que un logro en atletismo o en la vida laboral, el cambio sólo es posible con esfuerzo y tenacidad, pero Ricard asegura que todo habrá merecido la pena una vez que se alcanza el estado de éxtasis mental que logran los elegidos. En su Defensa de la felicidad, la traducción de su último libro publicado en España, el monje explica cómo nuestra vida puede ser transformada incluso a través de variaciones mínimas en la manera en que manejamos nuestros pensamientos y “percibimos el mundo que nos rodea”. Es un viaje hacia el interior de uno mismo que Matthieu Ricard recorrió contra todo pronóstico.
Nacido en París en 1946, el “monje feliz”, como se le conoce en todo el mundo, creció en un ambiente ilustrado. Su padre, Jean-François Revel, fue un reconocido escritor, filósofo y miembro de la Academia Francesa que reúne a la elite intelectual de ese país. Su madre dedicó gran parte de su vida profesional a la pintura surrealista y tuvo un gran éxito antes de convertirse también ella en monja budista. Ricard vivió en su juventud los excesos propios del París de los años sesenta y tras terminar sus estudios de secundaria se decidió por las ciencias.
Hizo su doctorado en genética celular en el Instituto Pasteur de París y trabajó con el premio Nobel de medicina François Jacob. Parecía destinado a convertirse en uno de los grandes investigadores del campo de la biología cuando le dio a su padre el disgusto de su vida. El estudio de textos budistas desencadenó una llamada espiritual que lo llevó a dejarlo todo. Decidió que el laboratorio no era lo suyo y partió hacia el Himalaya para hacerse discípulo de Kangyur Rinpoche, un histórico maestro tibetano de la tradición Nyingma, la más ancestral escuela del budismo. Era 1972 y las próximas tres décadas de este francés de carácter suave y cultura exquisita —el único europeo que lee, habla y traduce el tibetano clásico— iban a ser dignas del mejor guión cinematográfico. Tras estudiar con los grandes maestros del budismo, pasar meses en retiros y recorrer los pueblos del Himalaya, conoció al Dalai Lama y en 1989 se convirtió en uno de sus principales asesores y en su traductor al francés. Su posición como mano derecha del Señor de la Compasión le ha convertido en la figura budista occidental más influyente del mundo y llevaron al gobierno francés a concederle la Orden Nacional Francesa.
La vida elegida por Ricard le enfrentó a los ideales en los que se había formado y al ateísmo de su padre. Ambos decidieron discutir sus diferencias en El monje y el fisólofo, un diálogo que sólo en Francia vendió 500 mil copias y en el que la búsqueda de la felicidad está presente en cada capítulo. “Tenía muchas esperanzas en su futuro profesional y me parecía una lástima que abandonara [su carrera científica]. "Después me di cuenta de que había transferido su espíritu científico al estudio del budismo”, decía el padre antes de morir, una vez que hubo aceptado la elección de Matthieu. La idea de Ricard de ofrecerse para los estudios de la mente que llevaba a cabo la Universidad de Wisconsin estuvo influenciada por el propio Dalai Lama, que durante años ha colaborado con científicos occidentales, facilitando el análisis cerebral de los monjes y su capacidad de aislar la mente durante las sesiones de meditación. Uno de los aspectos que más ha fascinado a los investigadores es la capacidad de los monjes de suprimir sentimientos que hasta ahora creíamos inevitables en la condición humana: el enfado, el odio o la avaricia. El estudio de sus cerebros demuestra una capacidad extraordinaria para controlar sus impulsos basados en el principio de que Buda no prometió a sus seguidores la salvación en el cielo, sólo el final de sus sufrimientos en la tierra si lograban controlar sus deseos. Para muchos ese ha sido uno de los puntos flacos del budismo: la limitación de las ambiciones personales y la pasividad. Ricard suele acudir a una anécdota del Dalai Lama para negar que el control de los impulsos negativos sea igual a pasividad o falta de respuesta, por ejemplo ante un crimen o un genocidio. “Alguien le preguntó en una ocasión al Dalai Lama qué haría si una persona entra en una habitación para matar a todos los presentes. Su respuesta irónica fue: ‘Empezaría por dispararle a las piernas. Y si eso no funciona, apuntaría a la cabeza’”.
Ricard cree que el problema es que nuestros sentimientos negativos hacia otras personas no están a menudo justificados, sino que los hemos creado en nuestra mente, de forma artificial, como respuesta a nuestras propias frustraciones. Y ese es uno de los impulsos que el monje francés piensa que hay que aprender a controlar si se quiere ser feliz. Para el escritor, la felicidad es “un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona”. Atraparla es cuestión de práctica y fuerza de voluntad, no de bienes materiales, poder o belleza. Los que llegan al final del viaje y logran la serenidad que lleva a la dicha, asegura Ricard, sienten lo mismo que “un pájaro cuando es liberado de su jaula”.
Satisfacción filipina.
Tampoco es necesario leer a este hijo adoptivo de Buda o retirarse a un templo en el Himalaya para comprobar que el “dinero no da la felicidad”. Los habitantes de las barriadas pobres de Manila se muestran, a pesar de sus dificultades, aparentemente más contentos que los tiburones financieros de la vecina y multimillonaria Hong Kong. Cada vez que se hace una encuesta sobre felicidad global, los filipinos aparecen entre los pueblos más satisfechos. Ni la pobreza ni el hecho de que su país haya sido declarado el “lugar del mundo más afectado por los desastres naturales” por el Centro para la Investigación y Epidemiología de Desastres parecen afectar su visión positiva de la vida. Su intensa vida social y familiar compensa penurias y privaciones.
Los hongkoneses, con una renta per cápita 20 veces mayor, aparecen sistemáticamente en los últimos lugares en los mismos sondeos de felicidad. La presión consumista, el estrés y el deterioro de las relaciones sociales figuran entre las causas de insatisfacción más citadas por los ciudadanos. Todo el desarrollo y el dinero del mundo no han logrado levantar el ánimo de la Nueva York de Asia. Matthieu Ricard ve en resultados como éste la prueba de que cualquiera, no importa las desgracias que haya vivido, puede alcanzar la felicidad si cambia el chip mental que a menudo nos hace detenernos en los aspectos negativos de la existencia. Incluso la pérdida de los seres queridos puede sobrellevarse con relativa facilidad si se afronta la muerte desde una perspectiva nueva, menos centrada en su dramatismo. “Mi padre murió a los 82 años. Como dependía tanto de su brillantez intelectual, cuando se vio limitado se desanimó”, asegura el monje, para quien la muerte de quienes nos rodean debe ser aceptada como un paso más en el ciclo natural de la vida y no necesariamente como un episodio triste. “El mejor homenaje que podemos ofrecer a los que ya no están con nosotros es vivir la vida de forma constructiva, ser conscientes de que nacemos solos y morimos solos. ¿Por qué no sentir que cada ser humano es nuestro familiar, que cada casa es nuestro hogar?”.
Los investigadores que han estado analizando las emociones de Ricard creen que los resultados podrían servir para paliar enfermedades como la depresión y llevar a la gente a entrenar una mente saludable de la misma forma que hoy se acude al gimnasio a mejorar la forma física. Más aún, si como sugiere Ricard, una de las claves de la satis- Para Matthieu Ricard, a la derecha, la felicidad es “un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona”. facción personal es el control y la supresión de instintos negativos como el odio, y si existe una forma de limitarlos, estaríamos ante la posibilidad de mejorar la condición humana y enmendar sus peores defectos. Por supuesto, son muchos los que apuntan a la inocencia y la sobredosis de utopía que supone pensar en una aldea global en la que todo el mundo perdona a los demás y nadie se enfada con nadie, un mundo basado en las buenas maneras y sentimientos, sin guerras ni luchas de poder. El monje francés responde a quienes dudan con la pregunta que mejor define su visión de la vida: “¿Acaso quieres vivir una vida en la que tu felicidad dependa de otras personas?”. Matthieu Ricard no quiere. Por eso en lugar de una casa en la playa ha elegido una vida contemplativa en el monasterio nepalí de Shechen; por eso ha regalado los millones de euros procedentes de sus libros (se han vendido millones de copias en todo el mundo y han sido traducidos a una decena de lenguas); y quizá por eso ha evitado los conflictos propios de la vida matrimonial. El “hombre más feliz del mundo” no sugiere que todos hagan lo mismo para encontrar la dicha. Sólo que aprendamos que la deseada casa en la playa, los millones en el banco o esa pareja tan atractiva tampoco nos conducirán a ella. Aprender a vivir con lo que tenemos quizá sí.
© El Mundo
Lo que piensa el "monje feliz"
• Vejez. Cuando la agudeza mental y la acción disminuyen, es tiempo de experimentar y manifestar cariño, afecto, amor y comprensión
• Muerte. Forma parte de la vida, rebelarse es ir contra la propia naturaleza de la existencia. Sólo hay un camino: aceptarla.
• Soledad. Existe una manera de no sentirse abandonado: percibir a todos los hombres como parte de nuestra familia.
• Alegría. Está dentro de cada uno de nosotros. Sólo hay que mirar en nuestro interior, encontrarla y transmitirla.
• Identidad. No es la imagen que tenemos de nosotros mismos, ni la que proyectamos. Es nuestra naturaleza más profunda, esa que nos hace ser buenos y cariñosos con quienes nos rodean.
• Conflictos de pareja. Es muy difícil pelearse con alguien que no busca la confrontación.
• Familia. Requiere el esfuerzo constante de cada uno de sus miembros, ser generoso y reducir nuestro nivel de exigencia.
• Deterioro físico. Hay que aprender a valorarlo positivamente. Verlo como el principio de una nueva vida y no el principio del fin.
• Relaciones sociales. Es más fácil estar de buen humor que discutir y enfadarse. Lo ideal es seguir siendo como somos y utilizar siempre que podamos la franqueza y la amabilidad
• Felicidad. Si la buscamos en el sitio equivocado, estaremos convencidos de que no existe cuando no la encontremos allí.
jueves, 13 de diciembre de 2012
La manera perdida de orar de los Escenios
El gnosticismo es un conjunto de corrientes filosófico-religiosas de carácter sincrético e iniciático. Abrevaba en cierto modo en la filosofía platónica enfatizando su carácter dualista mediante el cual se establece una total separación entre la materia – considerada el mal y la caída – y el espíritu – asociado a lo Divino y la salvación
Alcanzó su apogeo en los primeros años del Cristianismo, llegando a mimetizarse con él, contando entre sus filas con gran cantidad de intelectuales cristianos, hasta que fuera declarado herético por la Iglesia.Su doctrina, en la versión cristiana, explica que los iniciados no se salvan por la fe, la caridad o el sacrificio de Cristo muriendo por nosotros, sino que se salvan mediante la gnosis, o conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento superior a la fe.
El ser humano es autónomo para salvarse a sí mismo. El gnosticismo es una mística secreta de la salvación. Se mezclan sincréticamente creencias orientalistas e ideas de la filosofía griega, principalmente platónica. Es una creencia dualista: el bien frente al mal, el espíritu frente a la materia, el ser supremo frente al Demiurgo, el espíritu frente al cuerpo y el alma.
En 1945 fue descubierta una biblioteca de manuscritos gnósticos en Nag Hammadi (Egipto), que ha permitido un conocimiento mejor de sus doctrinas, anteriormente sólo conocidas a través de citas, refutaciones, apologías y heresiologías realizadas por Padres de la Iglesia.
El siguiente artículo extraído del libro "El efecto Isaías" de Gregg Braden, saca a la luz cierta sabiduría sobre cómo debemos rezar para mejorar nuestra vida y la de los que nos rodean, haciéndolo extensivo a todos los seres humanos. Braden delinea un interesante paralelismo entre uno de los rollos escenios encontrados en Nag Hammadi y la interpretación de la realidad a través de los descubrimientos de la física cuántica.
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El descubrimiento del Gran Código Isaiah en las cuevas del Mar Muerto en 1946 ha revelado claves sobre nuestro papel en la creación que estuvieron perdidas en las ediciones del siglo 4 a.C.
Entre estas claves se encuentran las instrucciones de un modelo "perdido" de orar que la ciencia cuántica moderna sugiere que tiene el poder de sanar nuestros cuerpos, traer paz duradera a nuestro mundo y, quizá, prevenir las grandes tragedias que podría enfrentar la humanidad.
Cada vez que empleamos esta tecnología interna para orar, experimentamos "El Efecto Isaiah".
En las palabras de su tiempo, las tradiciones antiguas, como las de los Escenios, nos recuerdan que cada oración ya ha sido contestada.
Cualquier resultado que podamos imaginar, y cada posibilidad que seamos capaces de concebir, es un aspecto de la creación que ya ha sido creado y existe en el presente como un estado "dormido" de posibilidad. Son estas mismas probabilidades de resultados las que proveen las bases del nuevo modelo de Cadena y de la Teoría-N, y muy posiblemente, son responsables de las varias dimensiones de lo que ahora creemos nuestra creación.
Desde esta perspectiva, nuestro uso y aplicación de la oración basada en los sentimientos deja de ser menos acerca de "crear" este o el otro resultado y se convierte más en "acceder" al resultado deseado que ya está creado.
Mientras las antiguas y las modernas tradiciones parecen estar de acuerdo en la existencia de muchas posibilidades, los cuestionamientos han sido siempre sobre ¿cómo despertamos un resultado específico y lo hacemos real en nuestras vidas actuales? ¿Cómo podemos llamar a la posibilidad de paz en nuestro mundo, por ejemplo, o salud en nuestros cuerpos, posibilidades que ya existen, cuando los eventos de nuestro mundo parecen mostrarnos condiciones de violencia y desastre?
La respuesta a esta pregunta, y la clave del Efecto Isaiah, está fundada en develar el misterio de la oración basada en el sentimiento.
Los antiguos Escenios nos recuerdan que hay una poderosa relación entre lo que pasa en nuestro mundo interior de sentimientos y las condiciones del mundo que nos rodea. Quizá increíblemente sencilla, esta relación establece que la condición de nuestra salud, nuestras sociedades, e incluso los patrones del clima, son espejos de la manera en que lidiamos con la vida interiormente.
Experimentos recientes en la ciencia de las energías sutiles y la física cuántica ahora arrojan credibilidad precisamente a esas tradiciones.
A través de un lenguaje que apenas estamos comenzando a entender, Isaiah nos muestra cómo acceder a las posibilidades ya creadas de salud, paz y cooperación y traerlas a la realidad de nuestras vidas. Ya que nuestro mundo exterior de acción refleja nuestro mundo interior de sentimientos, sugiere Isaiah, lo hacemos sintiendo como si nuestras plegarias ya hubiesen sido respondidas.
Es precisamente el poder de este sentimiento el que trae a la vida a nuestras oraciones. Nuevas investigaciones sugieren que cuando sentimos gratitud respecto al cumplimiento de nuestras oraciones, nuestros sentimiento producen las mismas condiciones, los campos de efecto, que atraen nuevas posibilidades en las condiciones de nuestras vidas.
Comprender que los resultados empatan con los sentimientos puede ayudarnos a entender lo que ocurre cuando parece que nuestras oraciones no son respondidas.
Cuando oramos por salud en nuestras relaciones, por ejemplo, mientras experimentamos enojo, celos o furia en nuestras relaciones, ¿por qué nos sorprende ver esas mismas cualidades reflejadas como enfermedad en nuestros cuerpos, nuestras familias, escuelas, lugares de trabajo y en las condiciones sociales alrededor de nosotros?
La ciencia ha demostrado que cada sentimiento que experimentamos, crea una química única en nuestros cuerpos (la química del amor y del odio se discute en los libros The Isaiah Effect y Walking Between the Worlds).
Las buenas noticias son que los mismos principios resultan ciertos para los sentimientos de afirmación de la vida. Conforme respondemos a los retos de la vida a través de compasión, entendimiento, amorosa tolerancia y paz, podemos esperar experimentar estas condiciones en nuestros cuerpos, y ver el efecto extendido al mundo que nos rodea.
Albert Einstein dijo una vez que no podemos resolver un problema con el mismo pensamiento que creó el problema.
El poder de la indenominada oración basada en el sentimiento, representa una oportunidad para dirigir los grandes retos de nuestro tiempo conforme a un nuevo paradigma de entendimiento consciente y sentimientos que reflejen aquello que deseemos experimentar.
En lugar de imponer nuestras creencias respecto a una situación específica, nuestro perdido modo de orar nos recuerda que nada necesita ser "creado", ya que cualquier resultado que podamos imaginar para dicha situación ya está presente. Podremos servir mejor sintiendo primero el resultado de cada condición que elijamos experimentar en nuestro mundo, tal como la paz y la cooperación entre gobiernos y naciones, o la prosperidad que sólo puede venir con la igualdad de trato para toda la gente y para todas las razas y el honrar a toda forma de vida.
Es la apreciación y gratitud que sentimos en presencia de tales condiciones lo que crea los efectos cuánticos permitiendo que la creación empate con nuestros sentimientos.
RECUPERADO EL ANTIGUO MODO DE ORAR
Gran parte de los condicionamientos en las tradiciones occidentales durante el ultimo siglo y medio nos ha invitado a "pedir" que circunstancias específicas en nuestro mundo cambien a través de la intervención divina; que nuestras plegarias sean respondidas.
En nuestras bien intencionadas peticiones, sin embargo, inadvertidamente podríamos estar dándole poder a las mismas condiciones que estamos orando para pedir que cambien. Por ejemplo, cuando pedimos "Querido Dios, por favor, permite que haya paz en el mundo", en efecto estamos estableciendo que la paz no existe en el presente.
Las tradiciones antiguas nos recuerdan que las plegarias en las que pedimos son sólo una forma de orar, entre otras formas.
También existen otras que nos llevan a encontrar paz en nuestro mundo a través de la cualidad de los pensamientos, sentimientos y emociones que creamos en nuestro cuerpo. Una vez que permitimos las cualidades de paz en nuestra mente y damos combustible a nuestra oración a través de sentimientos de paz en nuestro cuerpo, el quinto modelo de oración establece que el resultado ya ha ocurrido.
La ciencia cuántica ahora toma esta idea y la lleva un paso adelante, estableciendo que son precisamente esas condiciones de sentimientos a las que la creación responde, igualando el sentimiento con que hacemos la oración en nuestro mundo interior, con condiciones similares en el mundo exterior.
Aunque el resultado de nuestra oración pueda aún no haber aparecido en el mundo exterior, estamos siendo invitados a reconocer nuestra comunión con la creación y a vivir como si nuestra oración ya hubiese sido escuchada.
A través de las palabras de otros tiempos, los antiguos nos invitan a recobrar el modo antiguo de orar como un estado permanente de conciencia en el que nos convertimos, en vez de una forma prescrita de acción que llevamos a cabo ocasionalmente.
En palabras que son tan simples como elegantes, se nos recuerda que nos "rodeemos" de la respuesta a nuestras plegarias y los "envolvamos" en las condiciones que escojamos experimentar.
En el moderno idioma, esta descripción nos sugiere que para efectuar cambios en nuestro mundo, primero necesitamos experimentar los sentimientos de que el cambio ya ha ocurrido.
Conforme la ciencia moderna continúa validando la relación entre nuestros pensamientos, sentimientos y sueños con el mundo que nos rodea, se hace más claro ese puente olvidado entre nuestras plegarias y aquello que experimentamos.
La belleza de esa tecnología interna se halla en que está basada en condiciones humanas que ya poseemos. Desde los profetas que nos vieron en sus sueños, se nos recuerda que honrando la vida, cumplimos nuestro deber con la supervivencia de nuestras especies y el futuro del único hogar que conocemos.
sábado, 15 de septiembre de 2012
Educación y dominio del corazón
EDUCACIÓN Y DOMINIO DEL CORAZÓN
Nada hay qué condicione
tanto la vida de un individuo como sus sentimientos o estados de ánimo, ya que
son éstos como la vibración básica que marca el camino que se toma cada día.
Según el estado de ánimo es la calidad de la vibración magnética que se manifestará
en el día. Desgraciadamente nuestros sentimientos están condicionados, en gran
medida, por las sugestiones buenas o malas que estamos recibiendo a cada
instante, conjunto de vibraciones que al combinarse dan nacimiento a un estado
anímico. Los sentimientos son vibraciones sumamente fuertes que pueden actuar
destructiva o constructivamente. La tristeza, la melancolía, el odio, los
celos, son vibraciones terriblemente destructivas que pueden llegar a envenenar
la sangre de una persona hasta destruirla. Es notoria la influencia de los
estados anímicos sobre la expresión del rostro, por ejemplo, que llega a
desfigurarse completamente bajo la influencia de un estado anímico negativo. Si
las mujeres supieran que cada sentimiento de pesar, tristeza y depresión deja
su marca en la cara, evitarían cuidadosamente caer en estados depresivos.
Cuando nos encontramos
con una persona cuyo estado anímico habitual es de tristeza, nos traspasa su
vibración y sin quererlo nos sentimos deprimidos.
Los que mantienen constantemente
un estado de alegría y amor son verdaderos diseminadores de vibraciones
positivas de dicha, bienestar y tranquilidad.
Habitualmente el ser
humano vive esclavo de sus sentimientos, ya que éstos le imponen determinados
estados vibratorios a los cuales éste debe ajustarse. Esta particularidad de
vivir supeditado a los sentimientos provoca una notable deformación de la
percepción al producirse una distorsión por la tonalidad del sentimiento
dominante. Es posible percibir objetivamente sólo cuando se ha educado el foco
anímico. A causa de la gran influencia de los sentimientos sobre la razón y el
juicio, al individuo le resulta casi imposible juzgar y evaluar correctamente.
Si agregamos a esto la influencia de la personalidad veremos la imposibilidad
de que un hombre en su estado habitual vea la verdad. A causa de esto se
cometen tantos errores y resulta tan difícil encauzar la vida hacia donde se
quiere.
Hay personas que llevan
una desgraciada existencia porque sus estados de ánimo oscilan constantemente
de lo positivo a lo negativo. Estos pobres seres llevan una existencia
atormentada porque no se encuentran a sí mismos en ningún momento, ya que
cuando logran penetrar un estado anímico para llegar al fondo de sí mismos ya
han oscilado al otro extremo, y les ocurre lo mismo que a un perro cuando trata
de morderse la cola.
Otra de las enfermedades
anímicas más terribles es la hipersensibilidad. Quienes la padecen se sienten
heridos y ofendidos por todo, creen que todo va dirigido a molestarlos, que el
mundo entero confabula en contra de ellos. No se les puede hacer una broma
porque sencillamente no la entienden y creen firmemente que se les quiso
molestar. Por lo general tras esta actitud hay un profundo egoísmo. El afectado
vive pendiente de sí mismo y cree que es el centro del mundo y como tal todos
están obligados a servirlo, a considerarlo, a respetarlo y a comprenderlo.
Cuando se encuentra con que los demás no lo sirven ni lo consideran como él
quisiera, sufre profundamente y se siente muy desgraciado, proclamando que
“nadie lo comprende” y que “está solo en el mundo”. Siempre espera que los
demás vayan hacia él. En el matrimonio son profundamente desgraciados, porque
esperan que su compañero o compañera renuncie a su propia vida y personalidad
para vivir pendiente de él.
¿Qué ha llevado a esta
persona a este estado? Posiblemente un hogar dividido donde faltó el cariño de
sus padres y ahora que es adulto tiene una exagerada necesidad de cariño,
preocupación y atención.
Son muchas las
deformaciones de la personalidad a que llevan los sentimientos desbocados, pero
todas se pueden corregir empleando la voluntad dirigida por la conciencia.
Se debe hacer del
corazón un órgano consciente e inteligente a fin de que dé cabida solamente a
sentimientos superiores.
A fin de lograr la
serenidad anímica se deben evitar los extremos, o sea, la alegría desenfrenada
y la tristeza exagerada. Una actitud de calma, paz y tranquilidad debe imperar
como sentimiento dominante.
Se deben cultivar el
aplomo, el valor y la sangre fría hasta llegar a fortalecer el corazón para que
nada pueda herirlo o alterarlo. Solamente con plena conciencia permitirle
desbordes de amor o alegría.
Para realizar esto, se
debe meditar frecuentemente en el corazón concentrando fuertemente el
pensamiento en él y pensando que allí reina la serenidad total y completa.
El amor fraternal o
cristiano bien sentido es una poderosa ayuda para lograr la tranquilidad. Si
constantemente se emiten sentimientos de amor hacia los demás se les hace un
bien ocultamente ya que al recibir esta vibración se despertará en ellos un
sentimiento similar.
Amaos los unos a los
otros se debe practicar en toda la extensión de la palabra,
sin distinción de raza, clase o color.
Corrientemente, es la
imaginación la que domina en forma completa al hombre impulsándolo a realizar
todo aquello que se forma en ella. Al igual que el corazón, la imaginación es
poderosamente influida por las sugestiones que se reciben a cada instante desde
el exterior.
La imaginación es una
especie de espejo que reproduce una imagen, basada en la información que recibe
de los sentidos. Según sea esta imagen, serán las órdenes que emitirá el
cerebro para ser ejecutadas como acciones concretas.
Según la claridad de la
imagen mental que refleja la imaginación, será la capacidad que tendrá el
individuo de juzgar correcta o incorrectamente la información recibida por los
sentidos. Cuando la imagen mental es borrosa se produce confusión y
desorientación debido a que no se perfila como un todo la información que se ha
recibido.
Esta falta de claridad
imaginativa se debe generalmente a la limitación de los sentidos que solamente
perciben una estrecha gama de fenómenos.
Lo más importante que
debemos tomar en cuenta al considerar la imaginación, es que la imaginación es
creadora y a fuerza de repetir una misma imagen llega a plasmarla como una
realidad física, concreta y tangible.
Es por esto que las
víctimas de su propia imaginación desbocada son incontables, ya que imaginan
mil cosas distintas en el día dispersando completamente su poder mental, que
será incapaz de llevar a cabo una realización concreta.
Cuántas personas se
quejan constantemente de su “mala suerte” y se lamentan amargamente de mil
enfermedades distintas que sólo existen en su mente provocando con estos
estados imaginativos una segura posibilidad de que se realice efectivamente
aquello que han imaginado. A la larga, vemos que así sucede, y que muchas cosas
desagradables se ponen en su camino, que les ocurren los más extraños e
increíbles percances. Es entonces cuando. dicen: “qué habré hecho yo para que Dios
me castigue en esta forma”, y en su ceguera no se dan cuenta de que ellas
mismas se han creado aquellos males que las aquejan. Dios no castiga a
nadie, ya que es todo amor y todo bondad. Es el hombre el que ignorante
de las leyes de la Naturaleza se va poniendo obstáculos en su propio camino.
Desde el punto de vista
de la lucha por la existencia y la conquista de la fortuna, es notable observar
que con no poca frecuencia individuos de una fogosa y fértil imaginación se
arrastran por la vida sin lograr realizar lo que anhelan. En cambio, otros de
escasa imaginación e inteligencia, pero fuertes y tenaces se abren camino y
conquistan los más altos sitiales. Esto se debe a que el imaginativo, por lo
común, dilapida su fuerza mental creadora a través de su incontrolado
imaginación, y como resultado de ello las más de las veces le falta el poder
mental necesario para convertir sus ideas en realidad.
Es indispensable
alcanzar un dominio lo más completo posible sobre la imaginación, para lo cual
se debe practicar la concentración mental, el orden, la calma y la paciencia.
Desterrar completamente
la mala costumbre, de dejar vagar el pensamiento procediendo en cambio a pensar
solamente en lo que se está haciendo en el momento.
El ejercicio más importante para llegar a
controlar la imaginación es el siguiente: dejar la mente en blanco por 5 ó 10
minutos. Sentado o tendido en la cama se procede a respirar profundamente
tratando de relajar todos los músculos del cuerpo. Una vez que se ha logrado la
relajación se procura detener completamente la actividad mental hasta llegar a dejar
la imaginación totalmente en blanco. La respiración es de gran ayuda para esto,
ya que bajando el ritmo respiratorio, o sea, respirando muy lento se produce
inmediatamente la calma mental
USO DE LOS PODERES DE
LA MENTE
Todo es mente; el
universo es mental, es la clave maestra que nos permitirá
conocer todos los arcanos y penetrar hasta el corazón mismo del Gran
Padre-Madre universal, o sea Dios. Consideremos la mente como la
energía primordial o única de la cual todo nace y a la cual todo vuelve. De
materia mental está formado el espíritu de un hombre, de mente están
constituidos los minerales, los vegetales, planetas, galaxias y todo lo que
existe en el Universo. Mente es la realidad inmortal que se oculta tras
las apariencias. Es la esencia de todo lo que existe, sea esto animal, mineral
u hombre. Como manifestación consciente produce la maravilla del pensamiento
humano.
La mente es el
instrumento más poderoso que posee el ser humano. La fuerza del pensamiento
crea en el mundo mental o plano arquetípico una forma de pensamiento que si es
mantenida por suficiente tiempo se materializará en forma concreta. El
ocultista o mago mental es un hombre que aprendió a manejar la materia-mente
por medio de su pensamiento. Así como en el plano físico podemos tocar y ver
todos los objetos materiales, así en el plano de la mente es posible tocar y
ver los pensamientos. En el plano mental un pensamiento es un objeto material
tan sólido como puede serlo una roca en lo físico.
Cada persona tiene lo
que podemos llamar su edificio mental que es el campo magnético de fuerza que
se ha construido con la suma total de los pensamientos que ha tenido en su
vida. Según la calidad de este edificio mental es la calidad de lo que este
hombre encontrará en la vida.
Un pensamiento negativo,
aunque dure solamente minutos, influye poderosamente en la vida de aquél que lo
ha concebido.
Se comprenderá mejor
esta afirmación al estudiar la naturaleza misma del pensamiento, que es similar
a una onda de radio. Al pensar se emiten ondas de una vibración acorde a lo
imaginado. Vivimos en un verdadero océano mental o mar de vibraciones de
pensamientos de diversa índole, pensamientos que captamos apenas nos ponemos en
su longitud de onda. Si en un momento dado tenemos un pensamiento de
desaliento, estamos sintonizando nuestro receptor mental en la onda del
desaliento, y captaremos todos los pensamientos depresivos que están vibrando
en la atmósfera, y en vez de tener una carga negativa de diez unidades, por
ejemplo, tendremos una mil veces mayor.
De ahí la importancia de
tener solamente pensamientos positivos, de ser optimistas, para absorber
elementos también positivos de fuerza y energía.
En este capítulo daremos
las claves para actuar conscientemente en el plano de la mente, para emplear
nuestra poderosa fuerza mental, pero estas claves las captará solamente el que
sepa leer entre líneas, el que esté preparado para ver y conocer la verdad.
Si su aspiración hacia
la verdad, el amor y el bien universal es suficientemente fuerte, se pondrá en
contacto en los planos invisibles con el poder oculto que lo guiará y encauzará
para que consiga lo que desea.
El que no está preparado
para llegar a la verdad y penetrar en el santuario de Isis, encontrará
solamente palabras, oscuridad y vacío.
El plano mental es igual
a una matriz donde se forma, desarrolla y concibe la simiente que allí penetra.
Una vez que se deposita una simiente en esta gigantesca matriz tendrá
fatalmente que fructificar en un plazo acorde a su magnitud.
Nada más cierto que el
aforismo popular que dice: “el que siembra vientos cosecha tempestades”.
Cuídate mucho de no
sembrar malos pensamientos en la Gran Madre, ya que encontrarás dolor,
desesperación y sufrimiento, porque ella todo lo concibe, tanto lo bueno como
lo malo, y te entrega después el fruto de lo que en ella has depositado.
Emite solamente
pensamientos de amor, éxito, bien, abundancia y prosperidad. Desea siempre lo
mejor a tu prójimo.
Jamás lances maldiciones
o malas palabras, ya que a su debido tiempo serán materializadas.
Existen sí, algunas
condiciones especiales para que se lleve a cabo este acto de creación o
connubio entre la mente del hombre y la materia mental, y una de ellas consiste
en que sea fecunda la simiente que se deposite.
El cómo fecundizar esta
semilla es algo que debe descubrir cada cual por medio de la meditación y
practicando el amor y el servicio al prójimo.
Este poder mental es el
que poseían Adán y Eva en el Paraíso, o sea, la capacidad de crear con su mente
todo lo que ellos querían, poder que perdieron al comer el fruto prohibido.
El estudiante que quiere
valerse de su poder mental debe tener en cuenta las siguientes leyes: todo
lo que vemos en la tierra como fenómenos tangibles son manifestaciones de
energía-mente en diferentes estados vibratorios. Todo vibra, todo es mente en
vibración. Una piedra vibra, una manzana vibra, un sentimiento es una
vibración, todo, absolutamente todo lo que existe en el Universo es una
vibración. El arte de influir sobre los acontecimientos consiste en el adecuado
manejo de las vibraciones.
La transmutación mental
es el verdadero poder del iniciado, poder que le permite cambiar las
vibraciones no deseables por aquellas deseadas.
El odio puede
transmutarse en amor, la indiferencia en interés, la cobardía en valor, la
escasez en abundancia, la desgracia en felicidad.
Todo es susceptible de
ser transformado mediante el cambio de sus vibraciones básicas. De allí la
tradición alquímica, de la transmutación del plomo en oro, símbolo que ocultaba
la transformación de los elementos animales del hombre en oro espiritual
Cada persona tiene su
vibración dominante que es cual dial selector que sintoniza al individuo con
vibraciones similares. Quien vibra en dolor encuentra el dolor. Quien vibre en
pobreza encuentra la pobreza. Quien vibra en enfermedad encuentra la
enfermedad. Quien vibra en amor encuentra el amor. Quien vibra en odio recibe
odio. Ama y serás amado. Odia y seréis odiado. Desprecia y serás despreciado.
Piensa constantemente en
la sabiduría, el amor y la verdad y te harás acreedor a la verdadera sabiduría
de los iniciados, sabiduría que está más allá del bien y del mal, más allá de
la vida y de la muerte, más allá del placer y del dolor.
Solamente de ti depende
lo que encuentres en tu camino, ya que según pienses así serás. Nadie tiene
derecho a quejarse de su mala suerte ya que cada uno puede convertirse en el
arquitecto de su propio destino.
Abstente de pensar en
cosas tristes, deprimentes o desagradables; conserva fija tu mente en todo lo
bello y hermoso, en el bien y en el amor. Nunca critiques a los demás, nunca
veas los defectos del prójimo, trata siempre de encontrar sus cualidades y
virtudes. Hasta en el hombre más perverso podemos encontrar algo de bondad.
Recordemos cuando Jesús y sus discípulos pasaron junto al cadáver
putrefacto de un perro, que hedía terriblemente. Todos se apartaron con
repugnancia menos Jesús que dijo: “qué dientes más hermosos tiene este
animal, brillan como perlas”.
Si tú aprendes a
encontrar el oro hasta en la podredumbre te habrás convertido en un verdadero
alquimista espiritual.
Critica a un hombre y lo
estarás cargando de cadenas, alábalo y lo ayudarás a superarse.
Cuando necesites de la
cooperación de alguien para llevar a cabo tus obras, ve a visitarlo con toda
confianza, imagina que es tu hermano y emite hacia él vibraciones de amor y
fraternidad y serás bien acogido.
Todo está a tu alcance
si aprendes a utilizar tu mente, pero cuídate muy bien de abusar de este poder
para emplearlo en perjudicar a otros o en obtener bienes materiales impulsado
por la codicia y la ambición.
Nadie tiene derecho a
tomar del todo mente más de lo que legítimamente le corresponde, y quien
trate de hacerlo recibirá su justo castigo.
Antes de decidirte a
poner en movimiento tus fuerzas mentales, debes meditar profundamente si
aquello que quieres conseguir es justo y correcto y si realmente lo mereces.
Para plasmar tu idea con
fuerza y poder a fin de que se materialice rápidamente tienes que ser un avaro
de tus pensamientos, economizar tus fuerzas mentales manteniendo tu imaginación
en blanco hasta que llegue el momento de la “proyección mental”.
Debes guardar el más
profundo secreto sobre tu proyecto, ya que si hablas provocas inmediatamente
una reacción en contra.
En ningún momento debes
dudar del buen éxito de lo que te propones ya que la duda es negativa y
destructiva.
Debes ser paciente y no
pretender coger el fruto antes de que haya transcurrido el tiempo necesario
para su formación, nacimiento y madurez.
Una vez que hayas
obtenido lo que quieres, debes prepararte para afrontar la reacción que
recibirás por la acción que has ejecutado.
El principio de causa y
efecto rige en todo.
Toda acción provoca una
reacción de igual magnitud pero en sentido contrario.
Esta reacción solamente
puede ser evitada por medio de un poderoso autodominio. Recordemos siempre la
ley de las vibraciones. Si tenemos algo y no queremos perderlo debemos
polarizarnos fuertemente en esto que hemos obtenido para evitar que la reacción
nos alcance y nos arrebate el fruto de nuestra creación mental.
Si la enfermedad te
aqueja, recuerda que esta enfermedad es sólo un estado vibratorio no deseable,
que puede ser transmutado en una vibración de salud.
Conjuntamente con el
principio hermético de la vibración, se debe emplear el principio de
correspondencia. Como es arriba es abajo y como es abajo es arriba. Todo
lo que existe fuera del hombre tiene su equivalente o lado análogo dentro de él
y por lo tanto, todo lo que queremos realizar en la tierra debemos realizarlo
primero dentro de nuestra alma.
Si se logró esta
realización interna se logra también su materialización en el plano físico.
La clave mágica para obtener todo lo que se quiere reside en la sabia
aplicación de este triángulo mágico:
Para terminar debo advertir que toda
acción mental debe estar basada en la armonía universal, el amor y el bien.
Jamás se debe intentar alcanzar algo que no se merece porque esto es un robo de
que se hace víctima al todo y como es un robo se tendrá que devolver a corto
plazo y recibir la correspondiente sanción.
Nada que sea tan ansiado por el ser humano
como la felicidad.
Y sin embargo, ¿cuántos
se pueden considerar felices?
Seguramente una ínfima y
selecta minoría de la raza humana llega a conquistar el preciado don de la
felicidad.
Es una búsqueda
constante y sin fin, en la que cada cual trata a su manera y por distintos
caminos de ser feliz.
La gran masa humana ha
identificado la felicidad con lo que brinda el dinero, luchando
desesperadamente por conquistar riquezas a fin de ganarla. Cuando llegan a
tener estas riquezas y las ventajas que ellas brindan, y se encuentran con que
la felicidad no llega, empiezan a pensar que tal vez estaban equivocados, que
la felicidad no estaba en esto. La experiencia les enseña que no hay que
confundirla con el placer. La verdadera felicidad se oculta en el corazón del
ser humano. Es como si allí anidara un pajarillo que cuando despierta y canta
nos hace experimentar un goce inefable. Cuando no escuchamos sus trinos,
seguramente le asusta el ruido de lo externo o añora nuestros cuidados y la
felicidad se desvanece. No son los placeres materiales los que estimulan su
canto sino lo que hay dentro del alma.
La felicidad es un
estado puramente interno en el cual no interviene para nada lo que ocurre en el
exterior. Ser feliz es haber encontrado la paz interna, haberse encontrado a sí
mismo. La infelicidad proviene de la división del yo del individuo. Proviene de
que él está cambiando constantemente porque no tiene un Yo único e indivisible.
Cuando logra encontrar un momento de felicidad su Yo cambia y esta felicidad se
esfuma.
No hay ser humano más
desgraciado que el que es presa de encontrados sentimientos, que tiene su
corazón abierto completamente a las vibraciones emocionales que nos circundan.
Este pobre hombre se convierte en una veleta humana que gira hacía el lado que
lo impelen las vibraciones emocionales que penetran dentro de él. Este
individuo sufre lo indecible porque está constantemente oscilando entre la
felicidad y la desgracia. Cuando cree estar pisando muy firme en el soñado
terreno de la felicidad, el suelo se hunde súbitamente bajo sus pies y todo se
esfuma. La desesperación ha llegado, y no volverá a la tranquilidad hasta que
el péndulo de su oscilación anímica no vuelva a lo opuesto.
El único camino que
conduce a la conquista de la felicidad es la educación del corazón para que
éste sienta solamente lo que la razón le permita sentir. Por este medio se
logra cerrar la entrada a vibraciones anímicas negativas.
La felicidad más grande
reina cuando el corazón está en paz. No se trata de matar los sentimientos sino
de educarlos para que adquieran conciencia y razón. Se trata de introducir en
el corazón la capacidad razonadora, sin perder por ello la frescura y
espontaneidad de los sentimientos.
El que educa su corazón
en esta forma no se convierte en un insensible sino que por el contrario,
siente mucho más profundamente que antes pero con plena conciencia y razón.
Existen dos grandes
enemigos de la felicidad que son el orgullo y el egoísmo. El orgulloso no podrá
llegar nunca a ser feliz a menos que pase por la ordalía de humillarse
conscientemente hasta que esta humillación no le cause sufrimiento, momento en
que puede dejar de hacerlo porque se venció a sí mismo.
Todo orgulloso padece de
un complejo de inferioridad que lo lleva a tratar de afirmar su personalidad
adoptando una actitud de superioridad. En casos extremos lo lleva a declarar la
guerra al resto de la Humanidad. Podría llamársele “complejo de rey” o
“complejo de reina”.
Este “rey” por propio
decreto está constantemente tratando de demostrar a los demás que él es “algo
especial”, que es distinto, original y superior. Desde pequeño se notó inferior
a los demás, ya sea por motivos reales o imaginarios. Entre los motivos
imaginarios puede crear este complejo la falta de amor de la familia, en
especial de los padres. Como este niño no se conformó con ser inferior, se
entregó a la imaginaria creación de sí mismo en la forma de un ser superior
lleno de cualidades. Este ser vive en el subconsciente y lo podemos llamar la
“imagen idealizada”. Como no llega jamás a ponerse a la altura de su “imagen
idealizada,” reacciona con una personalidad orgullosa, dominante y
profundamente hiriente. En lo más hondo de sí mismo desea humillar a los demás
porque él mismo se siente humillado al ver que no lo reconocen, no lo tratan
como el rey o Superhombre en que él se constituyó en su “imagen idealizada”.
Será profundamente infeliz si no logra demostrar su superioridad, para lo cual
puede reaccionar tratando de obtener un gran triunfo, ya sea éste comercial,
artístico o de cualquier índole, que lo coloque en una situación privilegiada
con respecto al resto del mundo. Como no lo reconocen a la altura de su imagen
idealizada, sé venga por medio del orgullo, que utiliza como escudo y arma para
hacer ver su “fuerte personalidad”.
Es por naturaleza
profundamente desconfiado y cree que todos lo engañan. Este sentimiento se
origina en que él mismo es un engaño por mostrar al mundo algo que no es real,
una falsa personalidad. Igualmente es porfiado y tozudo porque considera que
transigir o dar su brazo a torcer significa para él una humillación.
Si bien el psicoanálisis
puede salvarlo, lo más efectivo es que se decida a pasar por la “terrible
humillación” de ser una persona más, sin otros derechos o prerrogativas que el
resto de la Humanidad.
Esta imagen idealizada
que todos nos constituimos en cierto grado, puede llevarnos a perder de vista
nuestra verdadera felicidad por perseguir objetivos que realmente no deseamos,
nada más que para sentirnos superiores.
Debemos aprender a ser
felices con lo que ya tenemos, y no estar siempre a la espera de algún
acontecimiento especial que nos hará supuestamente felices. Quien no logra ser
feliz con lo que ya tiene no alcanzará nunca la verdadera felicidad. Es
necesario vivir en el presente, la única realidad cierta es ahora, pasado y
futuro no son reales en ningún momento dado de la existencia. Con despertarse
cada mañana en el propio lecho, poder respirar, ver lo que sucede a cada
momento, sentir el canto de los pájaros, gozar de nuestro desayuno, disfrutar
plenamente de cada pequeño instante.
Debemos vivir como si
cada momento de nuestra vida fuera el último.
Qué distinta sería por
ejemplo la vida si supiéramos que hemos de morir en un plazo de 24 horas.
Viviríamos plenamente, nunca nos sería el aire tan precioso, la luz tan
necesaria.
Hay dos palabras mágicas
que son verdaderas llaves maestras para llegar a la felicidad y son: amar y
dar.
Quien no ama no conoce
la felicidad. Al decir amar me refiero al amor de que habló Jesús cuando
dijo: Amaos los unos a los otros.
Si las madres comenzaran
ahora mismo a inculcar amor y tolerancia a sus hijos llegaría el momento en que
el mundo habría cambiado porque los hombres cambiarían internamente. ¿Qué es
aquello que lleva al hombre a la mutua destrucción, a las guerras sangrientas,
a la tiranía, a los asesinatos políticos y a todas las terribles enfermedades
de la Humanidad si no es la falta de conciencia? ¿El predominio de su parte
bestial sobre su inteligencia?
Junto con recibir un
cuerpo perteneciente al reino animal recibe también el hombre la terrible
herencia de la animalidad. El animal, que lucha únicamente por su propia
supervivencia y no le importa destruir a su especie entera si él se salva. Ésta
es la maldición de la Humanidad: su animalidad. Somos Dioses en cuerpos
de bestias, y el mundo entero está en manos de la gran bestia, o sea, el hombre
mismo. Quien le rinde pleitesía alcanza honores, triunfos y riquezas a cambio
de la pérdida de su voluntad y de su conciencia.
Es por esta causa que la
vida siempre ha sido dura y difícil para aquellos espíritus selectos en los
cuales reina el amor y la conciencia.
Todos conocemos cuál fue
la reacción de la Gran Bestia cuando el llamado Jesús el Cristo
vino a predicar el amor y la fraternidad entre los hombres. Este Salvador fue
crucificado por la Bestia que vio seriamente amenazado su reinado, pero Él nos
legó su mensaje de amor y fraternidad. Es por esto que existe tanta mentira y
engaño en el mundo. El que dice la verdad se expone a provocar la ira de la
bestia y sufrir algo parecido a una crucifixión.
El único camino de
evolución y salvación para el ser humano es el dominio de su animalidad por
medio de su espíritu o parte divina. Ésta es la verdadera regeneración que se
oculta en el simbólico I.N.R.I. que está escrito sobre la cabeza del Cristo.
Son innumerables los
escollos en el camino del que quiere alcanzar la corona de la conciencia, ya
que la bestia es muy experta en el arte del disfraz, pues si así no lo hiciera
sería fácilmente reconocida. Generalmente adopta el disfraz del amor y del bien
para ganar prosélitos y después utilizarlos como instrumentos.
¿Cuál es la razón por
ejemplo de que se mantenga la imagen de JesuCristo clavado en la cruz como si
fuera necesario celebrar, recordar y perpetuar este hecho?
La evolución humana ha
seguido un curso totalmente unilateral, ya que por un lado se han hecho grandes
conquistas científicas y por otro el hombre no se ha conquistado a sí mismo en
lo más mínimo, y está en la misma situación de un grupo de niños de seis años
que estuvieran jugando con cañones, bombas atómicas y proyectiles. ¿De qué
sirve tanto progreso material si no estamos capacitados para el uso consciente
de estas fuerzas? Ni siquiera somos capaces de usar nuestro cuerpo físico en
forma consciente y ya queremos llegar a la luna y conquistar el Cosmos.
El Ocultismo, o sea el
sabio empleo de las fuerzas naturales que influyen en la vida del hombre, es el
único camino que nos puede llevar a lograr la transformación integral de la
Raza Humana por medio del desarrollo de la conciencia. El ideal máximo de esta
ciencia es lograr la Paz Mundial bajo un gobierno único, que suprima las
fronteras entre los países a fin de que llegue a existir un solo pueblo: la
Tierra.
Para que esto sea
posible tendrá que venir el Cristo a la Tierra nuevamente, en la figura
de un nuevo Mesías que luchará otra vez por encadenar a la bestia.
Si triunfa, un nuevo
período de esplendor espiritual comenzará para la Humanidad entera hasta que
llegue el día en que pueda reinar plenamente el Yo o Espíritu sobre la Bestia.
Quien desee cooperar a la Paz Mundial
puede recitar diariamente la siguiente oración:
"En
el nombre de mi espíritu inmortal pido que la paz sea sobre la tierra, que el
amor y fraternidad reinen en el corazón de todos los hombres. Que Cristo tenga
el poder y la fuerza para vencer el mal. Que lo LUZ
del ESPÍRITU triunfe sobre las tinieblas de la ignorancia. Que ahora y
siempre reinen la paz y el amor en la tierra.
Si un gran número de
personas recitan diariamente esta oración en forma concentrada y con toda su fe
puesta en la realización de ello impregnan el alma del planeta con vibraciones
de paz y amor que influirán poderosamente en el mantenimiento de la paz mundial.
No olvidemos el
principio básico de que todo es mente, el universo es mental.
Desde el momento en que
sabemos que todo es mente y que felicidad y desgracia no son sino los
dos polos opuestos de una misma cosa, podemos valernos de nuestra fuerza mental
para transmutar un estado de desgracia en uno de felicidad. Mas, para
que esta transmutación sea duradera es necesario que aprendamos a aislarnos de
todas las vibraciones bajas y no deseables que circundan el alma del planeta,
vibraciones que han nacido de los bajos instintos y pasiones humanas.
El que quiere
conservarse puro y limpio de estas vibraciones inferiores está en la misma
situación de un hombre vestido de blanco que tuviera que atravesar un pantano.
Las malas vibraciones se transmiten tal como los microbios de la peste.
Una mujer que acaba de
reñir con su marido y visita a una amiga en su casa es portadora de esta
vibración de pelea, ira y enojo, vibración que deja en esta casa y en el doble
etérico de su amiga, que tendrá que pasar más de alguna molestia a causa de
esto.
La única manera de
cerrarse a estas vibraciones negativas es alcanzando un completo dominio
anímico para no dejarse coger por ellas.
El dominio anímico es
fundamental para llegar a encontrar la felicidad ya que equivale el corazón a
la perilla de sintonía de nuestro receptor interno. Si lo sintonizamos en una
vibración baja, nos cargamos de todas las fuerzas que tienen su campo vibratorio
a esta altura y nos será después muy difícil salir de este estado negativo.
¿Cómo voy a ser feliz si estoy enfermo?
¿Cómo voy a ser feliz si estoy hundido
económicamente?
¿Cómo voy a ser feliz si tengo tanta "mala suerte”?
Y así una larga lista de
“peros” se agregarán a éstos.
Para quienes piensen así,
quiero volver a insistir en dos puntos: todo lo que encontramos en la vida, ya
sea bueno o malo es producto de lo que nosotros mismos nos hemos creado con
nuestras acciones; cosechamos, aquello que sembramos.
·
Todo es un estado vibratorio, bueno o
malo.
·
Toda vibración puede transformarse en la
contraria por el poder de la mente, ya que todo es mente y todo vibra en el
Universo.
·
Amor puede transformarse en odio, fracaso
en éxito, pobreza en abundancia, dolor en placer y sufrimiento en paz.
·
Toda transmutación necesita un tiempo
prudencial para llevarse a cabo; paciencia, fe y espíritu de sacrificio deben
ser los tres puntales del éxito.
·
Todo el que crea firmemente que puede
cambiar algo negativo por positivo puede hacerlo con su mente y su voluntad.
Las energías ocultas del
ser humano son poderosísimas. Hay momentos en que éstas afloran automáticamente
y el hombre duplica su fuerza y su inteligencia, por ejemplo, cuando está en
peligro de muerte. “Puede el que cree que puede” es un adagio de indudable
poder ya que la fe es la hembra y el pensamiento es el macho,
ambos necesarios para llevar a cabo una creación mental.
El que tiene “mala
suerte” debe borrar ese término para siempre de su psiquis y empaparse de
vibraciones de éxito.
Ver el éxito, sentir el
éxito, oír el éxito, oler el éxito, respirar el éxito. Su único pensamiento
debe ser éxito-éxito-éxito.
Si así procede alcanzará
lo que se propone.
Transmutar es negar conscientemente lo no
deseable y afirmar lo deseado.
Nada es imposible para quien emplea sabiamente este principio.
http://www.bibliotecapleyades.net/brujos/brujos_hablan05.htm
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