A fines del 2009 llega a las librerías uruguayas un nuevo libro de este joven politólogo uruguayo - diputado electo por el Partido Colorado - que ya estaba prometido y que muchos esperaban.
No he leído todavía su contenido, pero estuve escuchando una entrevista que se le realizó por la radio.
Si tuve oportunidad de leer su anterior libro "En penumbras, La Masonería Uruguaya (1973-2008)" gracias a mi amigo Carlitos que me lo prestó. Cuando lo terminé me quedó un cierto sabor a cuento infantil, el autor llega a la conclusión que los masones son algo así como un grupo de amigos que se visten cómico y tienen ciertas reglas de protocolo que obedecerían exclusivamente a una tradición que viene de cientos de años. Entre las pocas migajas de información que se encuentra en estas páginas, Amado nos describe en detalle la ceremonia de iniciación de los nuevos reclutas, pero no olvidemos que esta organización tiene 33 grados y cada uno de ellos tiene una iniciación propia que, si bien existe literatura al respecto, se mantienen en el silencio y las brumas de lo desconocido. En el libro cuenta una anécdota donde un militar de la dictadura, de grado General, irrumpe en el local principal de la Masonería con el fin de desarmar el aparato de poder de la misma y se lleva una profunda sorpresa cuando ya lo están esperando las autoridades de la organización, el Gran Maestre y sus ayudantes, ataviados con sus ropas ceremoniales, y le piden que antes de que tome alguna determinación estudie algunos documentos. En ellos se demuestra que el padre del General había pertenecido a la Masonería Uruguaya y había tenido una destacada actuación. Esta anécdota no es menor ya que supone que un padre estuvo toda su vida vinculado a una organización, con reuniones por lo menos semanales, con relaciones y actividades con otros miembros de la misma, y nada menos que su hijo lo desconocía... esto implica una profunda entrega personal a la misma, una identificación con el secreto de la organización y un acatamiento de sus reglas que implicaban mantener sus actividades al margen de su familia o por lo menos de sus propios hijos. Esto nos lleva a pensar: ¿cuales son los niveles de renunciamiento personal y entrega a la organización que implican las siguientes iniciaciones a medida que se va escalando los 33 grados de la masonería?¿Además de renunciar a hacer partícipe a los hijos de las propias actividades a que otra cosa hay que renunciar y/o obedecer ciegamente? ¿Si uno está dispuesto y obligado por sus promesas y otras ataduras a estos renunciamientos, a que mas debería estar dispuesto y obligado? Bien, todas estas preguntas no las contesta Amado en su libro y quedan flotando sin una respuesta concreta mientras la imagen de varios camaradas comiendo un asado y conversando trivialidades se trasmite como corolario.
De la entrevista donde Amado habla de su nuevo libro, "El peso de la cruz", también queda claro que el famoso Opus Dei, discutida organización militante perteneciente a la Iglesia Católica y que depende únicamente de la figura del Papa, es también una linda fraternidad de seres humanos reunidos alrededor de una buena idea. Se comenta con total naturalidad que hay permanente censura de conciencia ya que los integrantes solo pueden leer aquellas lecturas permitidas por la órden y algunas de ellas sólo con la "interpretación" adecuada proporcionada por circunspectos censosres que "explican" su contenido para que las cabecitas (como diría el Toto) no se llenen de cosas que no aportan nada y los distrae de la Obra (como se llama internamente a la congregación ya que Opus Dei sería Obra de Dios). Otra perlita de sus comunidades es que no se puede dirigir la palabra a las mujeres que sirven la comida, esta acción sería muy mal vista y recibiría una fraternal admonición, además de la incondicional entrega a las distintas autoridades de la orden que no pueden ser discutidas en modo alguno. Capítulo aparte merecerían las discutidas flagelaciones y otras formas de demostrarle a Dios que pase lo que pase estamos con él. Como corolario Amado afirma que entiende que es una organización "buena" ya que encontró a sus interlocutores compenetrados con sus ideas y felices del rumbo que llevan sus vidas. Esto no debería ser la justificación de determinadas actividades, ya que también vemos felices y convencidos de lo que hacen a los devotos de Dios es Amor, Hare Krishna y hace medio siglo a los integrantes de las oscuras SS alemanas. (no es nuestra intención hacer una comparación con los nazis, simplemente queremos apoyar la idea que el fin no justifica los medios).
En fin, todavía no leí este último libro. Seguramente lo haré porque debe aportar bastante información interesante, pero si bien es bienvenido a este Uruguay chato donde parecería que nunca pasa nada salvo en política o en fútbol, me parece que el abordaje del autor en ambos temas es demasiado liviano y cuando menos debería abstenerse de concluir que estos angelitos son unos inofensivos y alegres boy scouts ya que no profundiza en los inocultables agujeros negros que se adivinan en sus estructuras con tremenda vocación de poder y de sometimiento de sus integrantes que provocan alarma entre los que valoramos la libertad del espíritu humano.
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