domingo, 15 de noviembre de 2009

Historias de la Patria Grande

Juan Manuel de Rosas, el Restaurador de las Leyes

La década de 1850 fue fermental y decisiva en la historia del cono sur de América.

La batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de 1852 entre las fuerzas de la Confederación Argentina comandada por el General Juan Manuel de Rosas y el llamado Ejército Grande compuesto por fuerzas del Brasil, Uruguay y las provincias argentinas de Entre Ríos y Corrientes liderados por el Gobernador de Entre Ríos Justo José de Urquiza, es sin duda uno de los hechos bélicos mas importantes de la región, y marca el comienzo del predominio tanto político como militar del Imperio del Brasil.

El todopoderoso General Rosas, conocido y temido por sus adversarios había gobernado la Provincia de Buenos Aires con mano férrea sin permitir oposición alguna en dos oportunidades: 1829-1832 y 1835-1852. Era un hacendado y típico caudillo de orientación federal, que fue ascendiendo en poder hasta que logró que la legislatura porteña lo nombrara gobernador y le otorgara facultades especiales. Desde el comienzo declaró su guerra a los unitarios proclamando su famosa divisa: “El que no está conmigo, está contra mí”, agrupando bajo su bando a los burgueses, conservadores y reaccionarios, a los católicos, la plebe urbana, los gauchos descontentos y los indios. Uno de sus primeros actos de gobierno fue suprimir la libertad de prensa y adueñarse de ella, como consecuencia se ganó la férrea oposición de los jóvenes ilustrados y liberales, quienes junto con los militares y viejos patricios de la revolución fueron sus principales adversarios. Si bien fue un nacionalista reconocido que luchó contra las pretensiones extranjeras de disponer del libre tránsito en los ríos nacionales, que reclamó siempre la devolución de las Islas Malvinas por parte de los Ingleses, su manera anárquica de gobernar llegando incluso a administrar justicia él personalmente, su apropiación de todos los ámbitos de poder representados por la policía, el ejército, el clero y la prensa, lo convirtieron en un déspota y tirano absoluto que generaba rechazo entre la población con ideales liberales y también en los países de la región. Para lograr la sumisión completa de la población a sus mandatos, llegó a crear un partido propio al que llamó Partido Restaurador Apostólico, con un brazo armado llamado “Sociedad Popular Restauradora” y conocido vulgarmente como “la mazorca”, una continuación de su anterior ejército particular los “colorados del monte” que había organizado siendo todavía un próspero estanciero que recién comenzaba a iniciarse en política.
 La Mazorca fue el terror de sus adversarios unitarios, hacía las veces de órgano de inteligencia y ayudaba a la policía rosista a descubrir complots, delatando tratos de criollos con agentes extranjeros y persiguiendo y hostigando a los enemigos del régimen allí donde se encontraran al grito de “Viva la santa federación, mueran los salvajes unitarios”.
Esta guerra sin cuartel obligó a los enemigos del caudillo federal a emigrar, fundamentalmente a Montevideo y a Europa, para salvarse de ser ajusticiados. Por su parte los elementos contrarios al gobierno de Buenos Aires cometían toda suerte de actos vandálicos y de terrorismo buscando socavar el poder de Rosas sin conseguirlo.


En el surgimiento y mantenimiento del gobierno de Rosas encontramos nuevamente el constante drama americano. Defensor a ultranza del sentir nacional, en el plano económico su gobierno dictó leyes que aseguraban la protección de la industria nacional. Su intimo conocimiento del gaucho y del indio, al que combatió extendiendo la influencia del gobierno muy hacia el sur, hizo que estos lo siguieran y consideraran su propio líder. Llevó a cabo una administración provincial ordenada, aumentó los impuestos y obligó a cumplir las leyes y a pacificar el país, lo que le valió el pomposo título de “Restaurador de las leyes”. Sin embargo su concepción caudillista y personalista de la nación, su origen como importante hacendado de la provincia de Buenos Aires, lo hicieron aliado natural de los grandes terratenientes bonaerenses, atraídos por la paz y la disciplina social que necesitaban para desarrollar sus actividades económicas. Esto se completó con la sanción en 1835 de la Ley de Aduanas para protección de las materias primas y productos locales. Si bien favorecía al conjunto de provincias asegurando protección a la industria nacional, al centrar en el puerto de Buenos Aires el cobro de los tributos arancelarios para toda importación o exportación que se realizara, daba a la elite porteña la llave para dominar todo el comercio del país y la capacidad de favorecer o empobrecer a determinados grupos sociales de las provincias. Es por eso que se encuentran ilustrísimos nombres de importantes familias bonaerenses inscriptas en la Sociedad Popular Restauradora acompañando y apoyando al caudillo que, en definitiva, aseguraba su predominio sobre el resto de la población.

Rosas mantuvo durante su gobierno una excelente relación con los comerciantes ingleses y su gobierno. No así con el gobierno de Francia que luego de un conflicto diplomático y utilizando su flota estacionada en el Río de la Plata comienza un bloqueo sobre el puerto de Buenos Aires a fines de 1838 que se extiende por dos años.

Concluido el mismo, Rosas se compromete con el gobierno francés a indemnizar a los ciudadanos franceses y otorgarle los mismos derechos que a los ingleses. Poco después restringe nuevamente la navegación por los ríos Paraná y Uruguay y en 1843 bloquea el puerto de Montevideo, ayudando al General Oribe a invadir el Uruguay y a sitiar la capital. Esta actitud intransigente e intervensionista del caudillo afecta los intereses de comerciantes y financistas extranjeros, y en 1845 una flota anglo-francesa se encarga de bloquear nuevamente el puerto de Buenos Aires y venciendo la resistencia criolla se adentra en el Río Paraná.

El bloqueo dura hasta 1847, fecha en que lo levantan los ingleses y al año siguiente harían lo propio los franceses. Esta defensa a ultranza del ser nacional y los intereses de la región despierta admiración de muchos hacia Juan Manuel de Rosas. Inclusive el General San Martín, héroe de la independencia americana, le envía una felicitación y le recuerda en su testamento mediante un apartado especial: “El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sur le será entregado al general Juan Manuel de Rosas, como prueba de satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.

Sin embargo los años de bloqueo son muy duros de sobrellevar sobre todo para las clases populares. Los estancieros, financistas y grandes comerciantes no se ven tan afectados ya que cuentan con importantes reservas y son objetos de ventajas de todo tipo, entre ellas impositivas.

Otro sector que se ve muy afectado por los bloqueos lo constituyen los grandes hacendados del interior que, al no tener libre circulación por los ríos, dependen exclusivamente del puerto de Buenos Aires para la salida de sus productos. Es ahí donde aparece la figura del gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, antiguo caudillo rosista. Este poderoso hacendado de Entre Ríos, cansado ya del injusto control bonaerense del comercio exterior y halagado y persuadido por la habilísima intervención de la diplomacia del emperador del Brasil Pedro II, firma un deplorable tratado que asegura la formación de un formidable ejército para combatir al tirano. El llamado Ejército Grande que lo derrota en Caseros el 3 de febrero de 1852, estableciendo un nuevo orden en la Confederación liderada ahora por el poderoso Urquiza.

Juan Manuel de Rosas se refugia en al consulado inglés y pide asilo. Escapa hacia Gran Bretaña a bordo de la fragata británica Centaur y vive en el exilio muchos años hasta su muerte acaecida en la pobreza. Toda la estructura rosista se desmorona en un santiamén y a los pocos días los ejércitos victoriosos entran a Buenos Aires y se dedican a su saqueo. Sin embargo el bando ganador es un conglomerado de intereses muy vasto, destacan en el mismo preponderantes figuras unitarias que harán de Buenos Aires su bastión desde donde llamarán a una Asamblea Constituyente y empezarán a definir una estructura de gobierno liberal que tendrá profundas consecuencias en los cambios políticos que ocurren en la región.

2 comentarios:

  1. A falta de Billiken o Anteojito, voy directo al libro gordo de Petete, que en historia argentina vendría a ser alguno de los ensayos, sin desperdicio alguno, de Marcos Aguinis (cordobés, neurocirujano, psicoanalista, ministro de cultura de Alfonsín, escritor - desde best sellers hasta columnas periodísticas). Con relación al tema, de sus opiniones, se destaca:
    1. En una conferencia en Pergamino (set/2007) planteó que dos tendencias, en constante pugna entre ellas, marcaron la evolución histórica argentina: una absolutista - totalitaria - autoritaria (desde la época colonial), y otra ilustrada - civilizada - democrática (desde fines del siglo XVIII). Entiende que en la revolución de 1810 triunfó la segunda sobre la primera, y que las guerras civiles que finalizaron al ascender Rosas no fueron entre unitarios y federales, sino entre las dos corrientes.
    2. En una entrevista con Jorge Fontevecchia (abr/2009), afirma: "A Rosas se le pone el título de 'Restaurador de las leyes'. ¿Cuáles leyes? ¿Las del 25 de mayo de 1810? No. Las leyes de la monarquía española. Del pensamiento único, de la censura, de la persecusión, del monopolio del poder."
    3. "[En Argentina] No es que estemos borrachos: Tenemos una marcha de borrachos que hace que estemos permanentemente desorientados sobre la brújula que deberíamos tener."
    Para vincular este tema con otros anteriores del blog, hay que mencionar que algunos dan un carácter "profético" a los libros de Aguinis porque se anticipó a anunciar no sólo la crisis de la convertibilidad, la crisis del campo, el fin de la recuperación económica argentina; sino también la división de Palestina en dos estados. A Kirchner lo define con la psicología del tirano, y le prevee que va camino a su Waterloo.

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  2. A ver Liz... vamos a agrupar personalidades en cada uno de los bandos que Aguinis define:

    Absolutista

    Rosas
    Gaspar de Francia
    Carlos y Francisco Solano Lopez
    Juan Domingo Peron
    Alfredo Stroessner
    Anastasio Somoza
    Fidel Castro
    Augusto Pinochet
    Chavez ???

    Civilizado (Democrático????)

    Bartolome Mitre
    Domingo Faustino Sarmiento
    Jose Batlle y Ordoñez

    La verdad que es mas dificil ubicar a los Civilizados y Democráticos porque como son democráticos dejan el poder después de algunos años.

    Alquien puede completar esta lista? Están de desacuerdo??

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