domingo, 10 de julio de 2011

Capitalismo en China - ¿Un avance del Nuevo Orden Mundial?

Si algún ser del espacio exterior nos visitara sin duda estaría interesado en conocer los dos polos del más exagerado crecimiento en el planeta: Dubai, en los Emiratos Arabes y Beijing, la orgullosa y ultramoderna capital de la China comunista (¿?).

A partir de 1978 el gobierno chino comenzó una serie de reformas económicas que desembocaron en una desenfrenada carrera hacia el capitalismo. Las mismas han transformado el país e impulsado un crecimiento del producto bruto nacional del orden del 9%, sostenido durante décadas, y una inversión extranjera récord en 2010 que superó los 100 mil millones de dólares.

La República Popular de China se convirtió el año pasado, luego de un crecimiento del PIB del 10,3% que alcanzó los U$S 5,75 billones, en la segunda economía del mundo detrás de los Estados Unidos, superando por primera vez a Japón que ostentaba ese lugar desde 1968. Los analistas creen que de seguir en este ritmo de crecimiento, en diez años podría convertirse en la primera potencia económica mundial, un largo camino que presenta numerosos escollos que los planificadores del milagro aún no saben como resolver.

La Academia de Ciencias Sociales de China, uno de los centros de estudios más importantes del país, estima que la clase media china –definida como el número de gente que gana entre 18 mil y 36 mil dólares por año- crecerá del 20% de la población actual al 40% para el año 2020. Esto significa que habrá 520 millones de chinos de clase media, y sin dudas llevará a que las empresas globales que hoy producen ropa, automóviles y servicios para el gusto de los consumidores norteamericanos y europeos modificarán sus productos para conquistar a los consumidores chinos. Según un informe del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI), el centro de estudios a largo plazo de la CIA, las empresas multinacionales “tendrán una orientación mas asiática y menos occidental”.

Estadio Olímpico de Beijing
Cuando uno recorre la renovada capital del estado comunista chino no puede dejar de asombrarse. Con motivo de las olimpíadas del año 2008, se invirtieron cerca de 41 mil millones de dólares entre la organización del evento y monumentales obras de infraestructura que incluyeron el puente mas largo del mundo, el tren mas rápido del mundo e impresionantes sedes deportivas como el Estadio Olímpico de Beijing, alucinante obra artística y tecnológica realizada por los arquitectos suizos Herzog & de Meuron. Las millonarias inversiones en obras continúan siendo uno de los motores de la economía. Por ejemplo en el 2005 se inauguró el centro comercial mas grande del mundo, el South China Mall, ubicado al sur en la provincia de Guangdong donde se espera que se construya una mega ciudad con una población de casi 50 millones de habitantes, posee 2.350 locales de renta y una ambientación separada en varios distritos modelando ciudades internacionales con una réplica del Arco del Triunfo de París, los canales de Venecia e incluso un mini Egipto. El gobierno ha anunciado también la creación de 45 nuevos aeropuertos para soportar el enorme crecimiento de los viajes aéreos, y por todos lados se ven inmensas grúas de construcción que dan a luz gigantescas construcciones de todo tipo que tienen como factor común un sobrio toque oriental. La mano de obra barata ha atraído hacia China a los más famosos arquitectos del mundo, ya que pueden dar rienda suelta a su creatividad logrando refinadas estructuras que en sus propios países serían impensables por el costo.


Los nuevos ricos chinos

Rascacielos en Beijing
Según la Academia China de Ciencias sociales, los millonarios chinos con mas de 20 millones de dólares ya superan los 20 mil. En la capital todo es moderno y muy limpio. Al pie de los rascacielos de la avenida central de Beijing, el Changan Boulevard, hay una tienda que vende Rolls Royce de último modelo, y cerca de allí hay tiendas de Mercedes Benz, Alfa Romeo, Lamborghini, BMW y Audi, este último con un costo que supera los 60 mil dólares es muy apreciado tanto por los nuevos millonarios como por los altos funcionarios gubernamentales. Un 10% de los 16 millones de habitantes de la capital ya posee automóvil.

En los imponentes centros comerciales se pueden ver las últimas colecciones de Hugo Boss, Pierre Cardin, Frendi, Guy Laroche y otras casas de alta costura, antes de que sus modelos se estrenen en Milán, París o Nueva York, y están siendo comprados por los propios chinos que se han revelado como consumidores exigentes. Si bien estos bienes están reservados para una pequeña minoría, gracias a la gigantesca industria de la piratería, los chinos producen un porcentaje de bienes por encima de los pedidos de sus clientes, y luego los venden en China y en el mercado negro internacional por una fracción de su valor. Esto hace que aún en barrios pobres de Beijing la gente calce trajes con corte Armani y de otras marcas famosas.


No todo es color de rosas

Cuento chino: “El sector estatal de la economía, es decir, el sector económico de propiedad socialista de todo el pueblo, es la fuerza rectora de la economía nacional” (artículo 70 de la Constitución de la República Popular China).

Este impresionante auge económico ha sacado de la pobreza a 250 millones de habitantes. El estado chino actualmente controla cerca del 20% del producto bruto nacional, cerca del 70% está en manos privadas y un 10% en empresas colectivas.

Los millones de empresas privadas chinas siguen creciendo y han logrado una importante inserción en el mundo globalizado. Por ejemplo, la localidad de Zengcheng es conocida como la “capital de los Jeans” ya que produce un tercio de los jeans del mundo para 60 diferentes marcas internacionales. General Motors en la actualidad produce mas automóviles y camiones en China que en los EEUU. Los iPhone y iPad de Apple, los bienes de consumo baratos de Walmart y de varias otras multinacionales son hechos en China por subsidiarias gestionadas por empresas extranjeras que dan empleo a mas de 20 millones de trabajadores chinos y que conforman complejas cadenas de suministro para corporaciones internacionales.

Sin embargo esta bonanza económica no ha llegado en forma pareja a los 1300 millones de chinos, sino que se ha concentrado generalmente en la costa donde los emporios industriales tienen su sede. Los 700 millones de chinos que viven en el sector rural apenas acceden en su conjunto al 11% de la riqueza generada por el gigante asiático y los habitantes de las urbes ganan en promedio 3,3 veces más que los de las zonas rurales, convirtiendo a China en uno de los países menos igualitarios del mundo.

Aún para la mayoría de los privilegiados que viven en las ciudades, el consumo se limita a comida, ropa y en algunos casos celulares. Como en la revolución industrial en Inglaterra o en las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos, la desigualdad va en aumento. El trabajo infantil es tan común que no llama la atención, el horario de trabajo rara vez es de menos de 12 horas diarias y millones de trabajadores viven hacinados en dormitorios comunes, turnándose para dormir en las mismas camas que dejan libres sus compañeros.

Se calcula que 1 de cada 10 habitantes de las ciudades está desempleado, y el gobierno chino, que no permite el más mínimo reclamo salarial, tiene la facultad de despedir trabajadores y cerrar empresas ineficientes sin que los afectados puedan ejercer derechos tales como el de asamblea y mucho menos el de huelga.

La salud y la educación superior no son gratuitas en el estado comunista. Un 40% de la población urbana y un 70% de la rural no tiene ningún tipo de seguro médico y como consecuencia no puede disponer de atención médica cuando se enferma o debe ser internado. Los estudiantes universitarios, excepto los pocos que tienen becas, deben pagar por sus estudios cifras que no tienen nada de simbólicas.

¿Un cambio en el horizonte?

El moderno capitalismo chino conserva un férreo control sobre la banca y la inversión así como en la generación de energía, dejando el resto de la economía en manos de los agentes privados y de las multinacionales como fórmula para sus resonantes logros económicos. Sin embargo se ve amenazado por la inflación y el creciente descontento de las masas trabajadoras del inmenso país.

Durante la crisis que afectó al mundo en el año 2008, China intentó disminuir sus efectos proveyendo masivos paquetes de estímulos y abriendo las compuertas del crédito para mantener la economía creciendo a buen ritmo. Estas políticas no pueden ser sostenibles a largo plazo y Beijing ya está frenando el crédito que inevitablemente desacelerará el crecimiento económico y aumentará el desempleo.

El gobierno Chino, representado por una elite dirigente del Partido Comunista, no se siente seguro ante el creciente descontento que genera el desempleo y la inflación. Además carga en su conciencia con los levantamientos de mayo y junio de 1989 cuando cientos de miles de trabajadores y estudiantes manifestaron en la plaza de Tiananmen y fueron reprimidos por la fuerza generándose miles de muertos y heridos. El Primer Ministro Weng Jiabao, durante la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular en el año 2010, minimizó los logros macroeconómicos y habló de un cambio “urgente” en el enfoque económico para fortalecer el desarrollo de la agricultura y tocó un aspecto sensible: la pobreza y la desigualdad social. Esto intenta atacar el descontento en el subsuelo de los brillos macroeconómicos que ya está generando disturbios, protestas y tensiones.


¿Experimento de los Illuminati?

La moderna China capitalista de hoy es un estado policíaco. No existe la democracia ni la libertad de prensa. El Partido Comunista Chino es el órgano rector del gobierno. Todos los periódicos son oficiales y están manejados por el Departamento de Propaganda del Partido Comunista. Y aunque son mucho más modernos y entretenidos de lo que eran los periódicos soviéticos, o de lo que son los cubanos, se dedican a resaltar los temas que le interesa difundir al gobierno, y a censurar los que no quiere que salgan a la luz.

La internet, si bien está permitida, está sujeta a una intensa censura que no permite ver a los habitantes del país asiático páginas de organismos de derechos humanos, así como los sitios de los mas prestigiosos órganos de prensa de occidente. Y aún en los casos en que si se puede acceder, se censura cualquier artículo que esté relacionado con China y que contenga las palabras “democracia” “igualdad” “Tibet”, “Taiwan” etc. También se censura en pocos minutos cualquier sitio que intente distribuir este tipo de información de manera mas o menos disfrazada.

No hay grandes problemas de delincuencia en las mega ciudades chinas. Este sorprendente indicador tiene su base en las severísimas penas con las que el gobierno castiga la delincuencia, llegando a miles de fusilamientos anuales que son utilizados como medidas ejemplares.

Este cóctel de aparente bonanza económica y seguridad ciudadana podría ser fácilmente imitable por algunos países. Por ejemplo en Latinoamérica, donde existe un creciente descontento con los logros de la democracia y el aumento de la delincuencia en las grandes ciudades, podrían surgir líderes carismáticos populistas que intentaran utilizar el modelo de democracia asiático –un capitalismo de Estado con un discurso de izquierda y sin libertades políticas- para hacerlo mas atractivo que el modelo democrático occidental.

¿Qué hay detrás de este vuelco capitalista de China que el mundo celebra y el capital globalizado acompaña?

Algunos analistas sostienen que en China se está haciendo un gran experimento Illuminati para sojuzgar los individuos mediante técnicas avanzadas de control de masas. Estas opiniones se sustentan en que, lejos de declararle la guerra al gigante asiático que crece continuamente amenazando y desplazando significativos países del orbe capitalista como Japón, el capital globalizado ha estrechado lazos con China en una dudosa y estrecha relación. En recientes declaraciones al Financial Times, el multimillonario George Soros dijo que China suplantaría a los Estados Unidos como líder del Nuevo Orden Mundial y que una nueva moneda global sería introducida para suplantar al dólar americano.

Deberemos estar atentos al rumbo de los acontecimientos y tomar en serio el surgimiento de este nuevo gigante que, sin lugar a dudas, no es un cuento chino.

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